EN Sevilla tú oyes Licitación de la Gavidia y te suena a una nueva marcha. Del tirón piensas en Abel Moreno, al que le encargan marchas hasta en Galicia, o en Manuel Marvizón, que durante unas semanas ejerce de consorte de la pregonera Charo Padilla. Pero Licitación de la Gavidia no es una marcha, que sonaría fúnebre y lenta, muy lenta. Por el contrario, la licitación de la Gavidia es lo que aprobó ayer la Junta de Gobierno Local, tras la decisión de recalificarla, que ya había aprobado un pleno.

La licitación de la Gavidia se pone así y la gente cree que la van a licitar ya. ¡Que te lo has creído! Han aprobado licitarla, pero no se ha licitado. El licitador que la licite buen licitador será. Y usted que lo vea. Las cosas de palacio van despacio. Y las licitaciones del Ayuntamiento de Sevilla más todavía. Paciencia requieren las cosas.

Han aprobado las condiciones de la licitación de la Gavidia, que se basarán en siete criterios. Todos parecen normales, como el uso preferente de equipamientos, la reurbanización del entorno, la cesión al municipio de espacios polivalentes, la calidad arquitectónica, la eficiencia energética, algún matiz para la memoria histórica, y el precio de salida en torno a los 12 o los 13 millones. Sin embargo, parece anormal que el precio a pagar no sea el factor más determinante. No harán una venta pura al mejor postor.

Ustedes supondrán que una vez fijados y aprobados los criterios, dentro de poco lo van a licitar, y dirán a quién le toca, quién lo hace y todo eso. Pues no. Los límites de la burocracia están ahí. Una licitación consiste en adjudicar “una obra o un servicio, generalmente de carácter público, a la persona o la empresa que ofrece las mejores condiciones”. Esto no debería ser tan difícil. Sin embargo, el delegado del Hábitat Urbano, Antonio Muñoz, ha declarado que si bien ya han decidido los criterios todavía no han fijado las condiciones que tendrán más importancia. Esto hay que pensarlo, ¿verdad? Y, además, la recalificación, que ya fue aprobada en un pleno, necesita la aprobación definitiva de la modificación del PGOU en el último trimestre del año. Entonces (es decir, cuando se apruebe definitivamente la recalificación que ya se aprobó inicialmente) se le dará luz verde a la licitación, a ver si lo licitan, y a ver si saben en base a qué criterios de los siete aprobados se le concede más importancia, aunque paguen menos.

Llegará después un día feliz, no se sabe cuándo, en que aparecerá algún obrero por el horror de la Gavidia. Puede que entonces el vecino edificio de San Hermenegildo ya no esté piedra sobre piedra.

José Joaquín León