EL problema de que Barack Obama venga a Sevilla es que él mismo, por sí, todo lo eclipsa. Viene a una Cumbre Mundial del Turismo, la gran reunión de los 2.000 millones de euros que va a dejar la WTTC en Sevilla (eso dicen), pero no se habla nada más que de Obama. ¡Por fin viene! Sí, sí, sí, Obama ya está aquí. ¿Y saben por qué? Porque es el presidente de los EEUU favorito para todo el mundo fuera de los EEUU. Allí ganó Donald Trump las últimas elecciones, con aquella gente, y todo se le discute. Se le contrapone a Obama, aquel Barack, que jamás se apartaba de lo políticamente correcto, que era el más demócrata de los demócratas. Son como la noche y el día. Uno moreno y el otro rubio, pero reteñido.

Así las cosas, Barack Obama es como el novio que a todas las abuelas progresistas les gustaría. No para sus nietas, sino para ellas. Con permiso de Michelle, claro, a la que se califica de mujer elegante. Al menos, no se metía en camisa de once varas. La grandeza de los Obama, su elegancia política, su clase para el progreso de los pueblos, ha quedado acreditada en el post. Como un nuevo Cid de Washington, ha seguido ganando batallas después de finiquitar su estancia en la Casa Blanca. Hay una añoranza. Por eso, todos y todas se quieren sentar a su mesa. A tal señor, tal honor, incluso con pay per view.

Los Obama no han sido como los Clinton, eso también hay que decirlo. Se conocen casos de partidarios de Vox que jalean a Trump, como si fuera el Abascal del gran sueño americano; o de la pesadilla americana, por mejor decir. Mientras que se conocen casos de pedristas sanchistas contumaces que todavía dicen que a Susana Díaz le pasó como a Hillary Clinton. Son micromachismos de la política, que en las próximas elecciones generales del 28 de abril se afrontarán sin disimulos: cinco partidos con cinco hombres como aspirantes a la Presidencia del Gobierno.

Barack Obama no era Hillary Clinton. Dicen que por eso ganó y la otra perdió. Pero, en su caso, no fue por micromachismos, sino porque las feministas también lo votaron. La americana cuando vota es que vota de verdad, y con Obama lo tenía clarísimo. En otro país, con otras reglas del juego, Obama hubiera sido presidente a perpetuidad, hubiera durado casi 40 años, como el PSOE en Andalucía. Pero en EEUU se toman sus tiempos. No les gustan las políticas interminables.

La felicidad era eso, aquellos años; y Obama es el yo soy aquel que viene a Sevilla. ¿Qué tiene que ver este gran presidente con el turismo? Pues nada, que él llega de turista, como un médico que curará la turismofobia. También viene Pedro Sánchez, que conste, pero no es lo mismo.

José Joaquín León