LO he advertido en otras ocasiones, porque se le nota cada vez que viene. No lo enseñen, que es peor. Bueno, es peor para el PSOE, y es mejor para los demás partidos. Sevilla es poco sanchista. Desde que es presidente del Gobierno, desde que aprueba decretos a tutiplén, cada vez que viene origina una incomodidad. Además de que atrae a las borrascas, parece unas rogativas, en vez de un presidente como Dios manda. Es, en sí mismo, una medida eficaz contra las sequías. Organizó un Consejo de Ministros en Sevilla para justificar el que luego montó en Barcelona. Y llovió. Ahora ha venido en el fin de semana de los vía crucis y besamanos. Y llovió. Conclusión: que no se le ocurra venir en Semana Santa, aunque estemos en plena campaña electoral.

Al mitin de Pedro Sánchez en Sevilla acudió menos gente que al Pregón de Charo Padilla. Dicen que era un mitin en familia. En el pabellón del Palacio de Congresos había menos gente para ver y oír a Pedro que en el Teatro de la Maestranza, que se llenó para ver y oír a Charo. Por supuesto que no es lo mismo, pero se comprueba que en Sevilla atrae más un Pregón de Semana Santa que un mitin de un presidente del Gobierno. Sobre todo de Sánchez, que pasa desapercibido y resulta incómodo para Susana Díaz y Juan Espadas.

Cada vez que el alcalde se hace un fotón junto a Pedro Sánchez pierde unos cuantos votos. Supongo que Beltrán Pérez aireará esas fotos en su campaña. Venía el alcalde de fotografiarse en el Alcázar, junto a Barack Obama y Antonio Muñoz. Los concejales del PSOE son como los mandamientos, que se resumen en dos. Los concejales se resumen en Antonio Muñoz y Juan Carlos Cabrera. Muñoz trae el turismo con un pan debajo del brazo. Cabrera se arranca por Rafa Serna en el Pregón y tiene a los capillitas encantados. Se puso melancólico, con su despedida. Casi le cantan a Cabrera el “No te vayas todavía”.

No sé si Pedro Sánchez se irá de la Moncloa después del 28 de abril, pero en Sevilla ha encontrado una tierra hostil. Susana lo recibe de mala gana, lo que se le nota, aunque lo disimule. Juan sonríe, pero se sabe que es por no llorar. A Pedro Sánchez siempre le quedará Dos Hermanas, territorio nazareno y amigo, con el fiel Toscano. Pero los tiempos del velódromo abarrotado poco tienen que ver con los mil reunidos en Sevilla, a duras penas y a regañadientes, sin entusiasmo.

Los más prácticos piensan que sería mejor que el presidente se vaya a Cataluña en la campaña de la Semana Santa. Aquí sale un paso y la gente se olvida de todo. A otro Pedro le cantó un gallo tres veces.

José Joaquín León