LA Semana Santa de 2020 no se abordará hasta después de las elecciones municipales. Habrá cambios sustanciales en algunos días. No sólo de unos minutos de más o de menos, sino del orden de las cofradías. El modelo del Martes Santo de 2019 se intenta extender al resto de los días, pero en todos los casos (también en el Martes) con consenso y diálogo, aprovechando que hay tiempo. Esa es la intención del Consejo que preside Francisco Vélez. Pero también lo ha dicho públicamente el delegado de Fiestas Mayores y Seguridad, Juan Carlos Cabrera. En el Cecop están convencidos de que los cambios son imprescindibles.

En principio, lo ideal sería que no se quede en retoques ni en parches. Puestos a cambiar, que sea de verdad. Hay cinco días que no deberían mantener su configuración actual: Domingo de Ramos, Lunes Santo, Martes Santo, Miércoles Santo y Madrugada. En esas jornadas la antigüedad estricta tropieza con la organización de los cortejos y su discurrir por las calles. Pero también con la seguridad, que ahora es un aspecto mucho más preocupante.

El Martes Santo vimos otro ejemplo ad experimentum. Si se compara con 2017, cuando también se organizó al derecho, se ve que hay cofradías beneficiadas y perjudicadas en los horarios. El cumplimiento en la carrera oficial fue muy bueno, por cierto, ya que todas las cofradías pusieron de su parte para no fastidiar a las demás. Pero en el orden y en los itinerarios caben matices de ajustes para mejorarlos.

Focalizar los problemas en el Martes Santo carece de sentido. Hay otros días con dificultades de organización semejantes o peores. El Domingo de Ramos tiene un retraso estructural, que obliga a tomar medidas. El Lunes Santo tiene una concentración de cofradías en el centro (a las horas de más público) que es temible. El Miércoles Santo tiene el problema de la calle Orfila con sus consecuencias, que este año no se apreciaron por la lluvia. En cuanto a la Madrugada, tiene ahora unos horarios e itinerarios que obligan a las tres cofradías de negro a dar rodeos.

Los problemas no se pueden contemplar desde la perspectiva de una sola cofradía. Pero tampoco se puede perjudicar a aquellas que no causan los problemas organizativos. Por eso, es necesaria mucha pedagogía interna, con serenidad, y sin retransmitir en directo todas las negociaciones por el streaming capillita. En 2020, con un Consejo todavía distante de las elecciones, y con un Ayuntamiento recién elegido, dispondrán de una oportunidad ideal para buscar esos ajustes. Sería como el Plan 2030 de la Semana Santa.

José Joaquín León