HOY se disputa la final de la Copa del Rey en Sevilla. Es un evento más, de los muchos que ha conseguido la ciudad en los últimos tiempos. La final de la Copa del Rey sería como la gala de los premios Goya del fútbol español, ya que la Liga se disputa en 38 jornadas. El estadio Benito Villamarín se vestirá de gala, para el partido entre el Barcelona y el Valencia. En los últimos años, la final de Copa la juegan el Barça de Messi y otro equipo. Esta circunstancia es aprovechada por el sector más indepe de su afición para pitar al Rey, que preside el partido, y también al himno. Lamentablemente, ya forma parte de los ritos. Es un escándalo, que se olvidará a partir del lunes.

La final de Copa del Rey mueve a más de 60.000 personas y bastante dinero. No es como la final de la Liga de Campeones, que este año han aprovechado los hoteles de Madrid para cobrar a más de 1.000 euros la habitación. Pero también tiene su público. Al aeropuerto de San Pablo llegarán 55 vuelos especiales. Los hoteles y pisos turísticos han subido los precios para el finde, que era uno más de mayo, sin puentes. Y servirá para que vayan muchos hinchas del Barcelona y el Valencia a fotografiarse en la plaza de España y a la cola del Alcázar, a la vez que reflexionan sobre lo que votarán mañana.

Para estos partidos se habilitan dos fan zones. Así los fans del Barcelona serán ubicados (y controlados) junto al parque Guadaíra, mientras a los del Valencia los han enviado al descampado del parking de la avenida de la Raza (o de las Razas, según dicen). Todavía no se ha inaugurado el centro comercial del Lagoh, ni el distrito 20, ni nada de eso, lo que evitará un colapso mayor en el puente del Centenario.

Esta final de la Copa del Rey provoca una sana envidia en el fútbol sevillano. El Betis soñaba con ganar la final en su estadio, pero fue eliminado por el Valencia en semifinales. El Sevilla soñaba con ganar la final en el estadio del Betis, pero fue eliminado por el Barcelona en cuartos de final. Los más optimistas soñaban con una final Betis-Sevilla, que hubiera sido posible, según los cruces; pero los eliminaron.

¿Se imaginan lo que hubiera sido una final de Copa entre el Betis y el Sevilla en el estadio Benito Villamarín? En plena jornada de reflexión para las municipales. Hubiera sido algo inenarrable, como dicen en las radios. O histórico, que también lo dicen. Sólo queda resignarnos con la consolación de que entonces no hubiera llegado nadie de Barcelona ni de Valencia, ni de los pueblos de Andalucía, de donde vienen para ver a Leo Messi. En la final, la pasión ha perdido, pero la hostelería ha ganado.

José Joaquín León