A partir de mañana, cuando sea reelegido alcalde, Juan Espadas dispondrá de cuatro años para llevar adelante su programa de gobierno. Con 13 concejales, el PSOE no tiene mayoría absoluta, pero es como si la hubiera alcanzado, porque la fragmentación le beneficia para los acuerdos. Tiene la ventaja de sumar mayorías con Ciudadanos o con Adelante Sevilla, a los que podrá recurrir según las circunstancias. No está claro si la fragmentación aumentará, ya que podría darse el caso de que Adelante no termine los cuatro años como un solo grupo, según sea la evolución  de Unidas  y Podemos. Pero eso es un futurible, sin sentido ahora. Espadas lo tiene bastante claro si sabe pactar. Sus grandes retos van a ser las infraestructuras pendientes, el turismo sostenible y los barrios pobres.

Se ha calificado de gris, e incluso mediocre, la gestión de Espadas, comparado con otros alcaldes. Sin embargo, obtuvo un apoyo más que aceptable en las urnas, como lo demuestra que el PSOE ha mejorado los resultados de 2015. El alcalde ha rascado votos a su derecha y a su izquierda. Se le ha recompensado la moderación, el buen talante, la fiabilidad y credibilidad que aporta. Funcionó de un modo aceptable en la gestión diaria. También supo reaccionar para la seguridad en la Semana Santa. El exceso del turismo preocupa, aunque aporta ingresos. Hay que buscar el equilibrio y afrontar por derecho el problema de los pisos. La captación de eventos eleva la autoestima, que en Sevilla es un elemento influyente.

Ha sido una gestión razonable. Sin embargo, el nivel de exigencia a Juan Espadas aumentará en los próximos cuatro años. Sevilla venía de una crisis económica y de un cambio político. Ahora la coyuntura es mejor. Espadas tendrá que exigir y trabajar para que pongan en marchas proyectos que acumulan un largo retraso, como las tres líneas del Metro y los túneles de la SE-40, entre otros. Ya no le valdrán las excusas, ni culpar a las administraciones de diferente color. En los próximos cuatro años le reclamarán que la ciudad crezca y progrese, no sólo en el turismo.

Otro aspecto en el que se le mirará con lupa es la gestión de los barrios pobres. No basta con elaborar planes integrales. Hasta ahora los resultados sólo indican buenas intenciones, que no disimulan un fracaso. Mantener esas lacras durante cuatro años más le puede costar caro.

Juan Espadas debe remodelar su equipo de gobierno, acertar con las personas, y afrontar con más ímpetu la gestión de la ciudad. En estos cuatro años, Sevilla necesitará un salto adelante.

José Joaquín León