EL arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina, celebra hoy sus bodas de oro. Sacerdotales, por supuesto. Con tal motivo, la Catedral acoge una celebración eucarística, en la que el altar estará presidido por la Virgen de los Reyes. Se ha anunciado la presencia de los cardenales Rouco varela y Amigo Vallejo. También del arzobispo castrense, Juan del Río, los obispos andaluces y otros prelados. Este acto no sólo conmemora los 50 años del ministerio sacerdotal de Asenjo, sino que es como un homenaje que le tributa Sevilla. Quizá por un resto de mala conciencia sobre el tratamiento que algunos le dieron en los primeros meses de su llegada. Cuando creían que Sevilla sería una estación de paso para Asenjo. Y cuando intentaron sembrar cizaña con una imagen caricaturesca de él.

El arzobispo Asenjo, cuando llegó a Sevilla, convivió con el cardenal Amigo y después con su espíritu. Es decir, con la obra y las características personales de don Carlos, que había desarrollado una labor pastoral larga, fructífera y carismática. Asenjo tenía otro carácter personal. Pero no encontró problemas por ser más serio, sino por algunas leyendas urbanas que propagaron, por anécdotas que deformaron la realidad. Con el tiempo, lo superó. Y hoy cuenta con el aprecio generalizado de una ciudad difícil, en la que se integró poniendo muchos esfuerzos de su parte.

Se supone que la sinceridad es una virtud. Monseñor Asenjo la tiene, y no suele ser persona de poner paños calientes, ni de peloteo al uso. Por el contrario, dice lo que piensa. Y expresa la Verdad y sus verdades. En una entrevista que le hice, pocos meses después de tomar posesión en la Archidiócesis, me contó que seguramente se jubilaría en Sevilla. Entonces los macutazos circulaban diciendo que había venido de paso, que quería ser arzobispo de Madrid y otras invenciones. Por el contrario, Asenjo consideraba que había llegado a Sevilla para quedarse. Como así ha sido.

Le queda un año para la jubilación. Ha sostenido el rumbo de la Archidiócesis, que en estos momentos es una de las mejores de España, y de las que menos gravemente ha notado la crisis de la secularización. No sólo por sus méritos, claro, pero también por los suyos. Para la ojana sevillana hoy es un día de fiesta. Mucho cariño y muchos abrazos. El pasado ya no existe, porque vivimos al día de hoy. Don Juan José sabe que en su camino está la misma leyenda evangélica de la cruz de guía de Vera-Cruz: “Toma tu cruz y sígueme”.

Cincuenta años de sacerdote marcan su testimonio y su compromiso. Con la cruz, siguiendo a Cristo, lleva toda una vida.

José Joaquín León