LA Mezquita-Catedral de Córdoba ha acogido, desde el domingo 15 hasta ayer, una exposición de 43 pasos con sus imágenes titulares. Bajo el título Por tu cruz redimiste al mundo, se recordaba la iconografía pasionista de Jesús Nazareno con muchas de las principales imágenes de Córdoba y su provincia. La mayoría de los capillitas andaluces, entre ellos muchos sevillanos ilustres, vieron la procesión magna del traslado, en la que 31 pasos fueron llevados a la Mezquita-Catedral, en la tarde del sábado 14. A continuación, la exposición ha permanecido abierta durante una semana, con extraordinaria acogida y ampliación de horarios, hasta su cierre de ayer. Algunos de los que han acudido preguntaban: ¿sería posible algo así en Sevilla?

La respuesta es: no. Es cierto que en 1992 consiguió algo parecido Luis Rodríguez-Caso, siendo presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías. A la entonces parroquia del Salvador trasladaron pasos de Semana Santa y a la iglesia de San Juan de Dios imágenes de gloria. También estuvieron en la Catedral, en sus pasos respectivos, el Cristo de las Misericordias, de Santa Cruz, y la Virgen de la Candelaria, de San Nicolás, formando parte de la gran exposición Magna Hispalensis.

Sin embargo, en Sevilla ha predominado la teoría de que una imagen titular no puede formar parte de una exposición. Porque se la aparta de su templo y de los fieles que le rezan. ¿Y en otra iglesia? Pues tampoco. Aunque en el Santo Ángel ya hemos visto la aportación de fray Juan Dobado, cuando alineó al Cristo de los Desamparados, de Martínez Montañés, con el de de la Agonía, de Vergara, de Juan de Mesa, y el Cristo del Seminario de Granada, de Pablo de Rojas. Pero no era lo mismo que exponer 43 imágenes en sus pasos.

Tampoco es una cuestión de cantidad, sino de calidad, y de la realidad del momento. Una exposición devocional, utópica e imposible, hubiera sido la del Gran Poder con los crucificados del Amor, Conversión (Montserrat) y Buena Muerte (Estudiantes), como homenaje a Juan de Mesa por los cuatrocientos años de esas imágenes sagradas. Tenerlas en sus pasos durante una semana (o dos) en la Catedral hubiera sido algo inenarrable, como se suele decir en los tópicos.

Los fieles sevillanos siempre pueden rezar in situ a sus imágenes devotas, excepto cuando son restauradas o cierran el templo por vacaciones. Y los curiosos, incluso del Consejo, podrán ir a Córdoba o a otras ciudades, según las circunstancias. Las costumbres son las que son, y en los dogmas Sevilla suele ir por delante.

José Joaquín León