SE suele decir que Sevilla es una ciudad novelera, a pesar de su gusto por lo tradicional. Esto se nota en los centros comerciales. Siempre que inauguran uno parece que es el fin del mundo para los demás. Y no digamos para el comercio familiar de toda la vida, que lleva muriéndose desde antes de la Segunda República, aunque todavía quedan algunos supervivientes. Pero las costumbres son las costumbres. Entre las arraigadas en la ciudad está el alunizaje. No es como el de Armstrong, Aldrin y Collins, ni viajan con el Apolo 11, sino con coches de BMW y Seat robados para dejar los comercios con la luna llena. Llena de cristales se entiende, después de cargárselas para robar a lo grande. A MediaMarkt le corresponde el honor de haber sido el primer comercio asaltado en el Lagoh. Y ha tardado sólo cuatro días desde la inauguración.

Este alunizaje ha tenido un final feliz, como el de hace medio siglo. Bueno, relativamente feliz, porque no se llevaron nada, aunque según las primeras versiones habían mangado por valor de más de 200.000 euros; y dos de los que alunizaron fueron capturados por la Policía Nacional en la A-92, aunque otros se escaparon. Habían acudido con tres coches, como si fueran a una mudanza. O a montar una tienda en otro centro comercial.

No sé lo que ocurrirá en este caso, pero en otros parecidos los detenidos quedan pronto en libertad y suelen aprovechar para lo que antes se conocía como “perpetrar sus actividades delictivas”. Es decir, insistir en el alunizaje, que parece un deporte local. Y luego dirán que las últimas misiones a la Luna están fracasando. Hay lunas y lunas. Las de Sevilla están machacadas.

Beltrán Pérez podría presentar otro mapamundi de la Sevilla peligrosa para los robos. Le bastaría con señalar todas las hamburgueserías de los Burger King. No se sabe por qué los astronautas, digo los aluniceros (oficio que siempre nos parece alucinante), sienten una especial predilección por esta marca. A algunas las han alunizado cuatro o cinco veces.

En el ranking de los asaltos, las hamburgueserías compiten muy duramente con las tiendas de telefonía móvil. En ese sector no tienen predilección por una marca o por otra, sino que van a por todas. Y los establecimientos como Mediamarkt les ofrecen la posibilidad de que pueden diversificar la mangancia. Los chorizos de ahora no son como los de antes, que robaban para comer según decían, sino que estos van a por las últimas tecnologías y los smartphones de última generación. Y por las hamburguesas. Y por mil pavos para la droga. Y por lo que haga falta.

José Joaquín León