LA Noche en Blanco, que hoy se celebra, es una iniciativa de la asociación Sevillasemueve, que ha calado hondo. La noche del último viernes de septiembre la gente se va como loca a correr la Nocturna del Guadalquivir. La noche del primer viernes de octubre la gente se va como loca a ver museos, templos, participar en actividades culturales y recorrer rutas. Un síntoma del acierto de la iniciativa es que se está empezando a convertir en la Noche en Blanco... y en Morado. Es decir, que las hermandades y cofradías se han orientado, y se están apuntando. El Museo de la Macarena entra en la programación por vez primera, con lo cual se da una pista, una señal. Y no será la única aportación. Cualquier año nos encontraremos con la Noche en Blanco Cofrade. Entrarán en esa nómina hasta las hermandades de vísperas.

Por ahora, es una iniciativa de la ciudad. Este año participan los principales espacios, así profanos como religiosos. Pueden visitar la Catedral, la iglesia del Salvador Santa Catalina y Los Terceros, entre otros templos, pero también el Ayuntamiento y los principales museos. Participa el Teatro de la Maestranza. Y no faltan visitas a lugares que han permanecido en el ojo de la polémica durante años, y ajenos a las rutas oficiales, como la recuperada Fábrica de Artillería, o el Monasterio de San Jerónimo. Todavía no se pueden visitar las Atarazanas, ni siquiera la antigua iglesia del hospital de San Lázaro, pero tampoco hay que exagerar con misiones imposibles.

El año pasado fue el de Murillo, y este será el de Magallanes y Elcano. Entra la Torre del Oro. También el año de Martínez Montañés, que aparece en algunas rutas. Servirá para crear ambiente, de cara a la exposición montañesina prevista en el Museo de Bellas Artes, que será la más multitudinaria de 2019. Al tiempo.

Pues sí, al final, este será el Año de Montañés, que nos descubrió otro mundo: el de Dios tallado en la madera, continuado por sus discípulos. Con la Noche en Blanco se confirma que las actividades culturales son un filón para Sevilla. Sirven para atraer a miles de turistas y para que miles de sevillanos redescubran su ciudad, al menos en una noche del año.

La prueba del éxito es que las hermandades y cofradías ya se han subido al carro, que había empezado en blanco, como las túnicas de los niños de la Borriquita, pero que tendrá sitio para lo morado, que es el color nazareno y penitencial. La Noche en Blanco va camino de ser como una segunda madrugada. Pero sin carreritas, ni ruidos raros. Puede que pronto sea compartida por Muñoz y Cabrera asociados.

José Joaquín León