LA designación del Señor de la Salud, de la Hermandad de los Gitanos, para presidir el Vía Crucis de las hermandades de Sevilla, ha sorprendido a medias. La imagen ya fue nombrada en 2009, pero entonces no pudo salir por la lluvia. La sorpresa a medias viene porque se abre la puerta para que repitan imágenes cuando llueva. Una vez establecido el precedente, habrá presiones en tal sentido. Sin embargo, no es sorprendente del todo porque el presidente del Consejo, Francisco Vélez, ya había comentado que le parece injusto excluir a imágenes que en realidad no salieron. El Señor de los Gitanos, como el Cristo Yacente del Santo Entierro, no fue a la Catedral.

Puede parecer una discusión menor, pero no lo es para los cofrades. En Semana Santa, cuando llueve y no sale una cofradía, se queda sin segundas oportunidades. En este caso, no se ha fijado ninguna norma nueva, por lo que la designación es para el Señor de la Salud, de los Gitanos, sin establecer un derecho adquirido para otros casos semejantes. Y eso también puede ser polémico, porque establecería eventuales agravios comparativos. Por ejemplo, en el caso del Santo Entierro.

En el Vía Crucis de las hermandades se optó por designar imágenes hasta agotar la nómina. Van por 44, por lo que todavía quedan, y más aún si se incluyen las vísperas, como ocurrió con el Cautivo de Torreblanca. Sólo había repetido el Señor del Gran Poder, en 1979 y 1987. Lo nombraron dos veces porque es una garantía de éxito. En caso de flojear el Vía Crucis de Cuaresma, poner al Gran Poder en las calles contribuye a la reactivación.

Y por ahí va también la segunda designación del Señor de Los Gitanos, al que escribió Antonio Machado y cantó Joan Manuel Serrat, y se entendió todo al revés. Es una imagen popular, con devoción, y con una hermandad fuerte detrás, además de otras singularidades. En 2009 fue una contrariedad la suspensión por mal tiempo. Once años después, tendrá la posibilidad de salir a las calles sevillanas.

Debería servir para revitalizar el Vía Crucis de las hermandades, y para que consolide una identidad y unos fundamentos que no se aprecian. El acto penitencial se celebra en el interior de la Catedral, no en las calles, y debería contar con más participación. No sólo de las juntas de gobierno, sino del capillismo de base. Es una oportunidad para no quedarse sólo con las fotos del smartphone que nos recordará un traslado, sino de profundizar en lo devocional y participar de verdad. Se supone que para eso han vuelto a nombrar al Señor de los Gitanos.

José Joaquín León