NI el presidente Sánchez, ni las vicepresidentas Calvo, Calviño y Ribera ni el vicepresidente Iglesias, ni las ministras y ministros (que son 18 señoras y señores) juraron sus cargos. Todos prometieron, y con lealtad al Rey, incluso Alberto Garzón, que debía ser el más republicano. Pues bien, a pesar de su laicismo, la influencia religiosa se nota. Han recordado la costumbre de tener 100 días de gracia. Esto, a su manera laica, es parecido a los años jubilares, que conceden gracias. De algún modo, se trata de que Pedro y los 22 que tienen carteras en el Gobierno, reciban indulgencia plenaria durante tres meses y 10 días. Es decir, incluyendo la Cuaresma y hasta después de Semana Santa. Pero eso es poco comparado con lo que tiene Juanma Moreno en la Junta: un Año de Gracia.

El llamado Gobierno del Cambio convirtió en presidente de Andalucía a Juanma Moreno, en vicepresidente a Juan Marín y en vicepresidente bis a Elías Bendodo. Se ha visto que Juan y Elías han formado un dúo de lo más dinámico, un anticipo de Andalucía suma, para cuando Ciudadanos se vaya al garete. Sin embargo, el Año de Gracia se lo ha concedido el PSOE de Susana Díaz, que se ha instalado en la melancolía, con sus guerreros durmientes a la espera de saber quién es el verdadero enemigo o enemiga, que lo tienen en casa. Y los de Adelante, con Teresa Rodríguez despistada, han dado un paso atrás.

El Año de Gracia de la Junta hubiera sido completo, de no ocurrir un hecho inesperado. La única oposición a Juanma Moreno se la hizo Magrudis. Sin la carne mechada de la listeriosis, nadie los hubiera criticado. Entonces apareció Jesús Aguirre, cuyo nombre sonaba a duque de Alba, pero es médico y consejero de Salud. En el verano del 19 hubo sus más y sus menos, por no comerse los chicharrones a tiempo. Después volvió la gracia durante el resto del año. Aprobaron dos presupuestos, que hubieran sido más en caso de necesidad. Y sin ERC, que es lo mejor.

A todo esto, como quien no quiere la cosa, nuestro alcalde, Juan Espadas, está disfrutando de sus 200 días de Gracia, o algo así. Beltrán Pérez le hace oposición, con todas sus ganas, pero es oponerse por vocación, ya que los adelantados de la otra Susana, la señora Serrano, le han dado a Espadas toda la gracia que hiciera falta; y sus votos para aprobar los presupuestos . De modo que oponerse es como la voz que clama en el desierto. A todo esto, cuando suben el IVA de las sillas y palcos, le echan las culpas al Consejo de Cofradías.

La gracia puede ser de lo más graciosa. El modelo andaluz está creando escuela.

José Joaquín León