EN el salón alto de El Rinconcillo se reunió una selecta representación de periodistas sevillanos para asistir a la puesta en escena del 350 aniversario. Y también para grabar unas palabritas en los videos que Paco Robles y Lola Chaves están elaborando sobre esta celebración histórica. Ya ha informado Diego J. Geniz, en este Diario, sobre los principales detalles. Cuando se habla de un 350 aniversario, se piensa en una procesión extraordinaria, que en este caso no saldrá, claro, aunque El Rinconcillo está a la vera de Santa Catalina, de donde salen los Caballos, y son los vecinos del bacalao con tomate. En el 300 aniversario tampoco hubo salida, pero sí un pregoncillo de don Antonio Rodríguez Buzón, que era buen parroquiano y versificó a su modo.

El Rinconcillo festeja su 350 aniversario cuando el Señor del Gran Poder cumple 400 años. Esto nos da una idea aproximada de la dimensión histórica de aquellas antiguas casas, que pertenecieron a las propiedades del monasterio de San Clemente. La familia Rueda llegó en el siglo XIX, y ya han cumplido siete generaciones al frente del negocio, mientras se prepara la octava. Más allá de la cantidad de los años, está la calidad de lo que han alcanzado, pues es un referente en la ciudad. Para conseguirlo han superado épocas difíciles, incluso tiempos de calamidades.

Hablando con Javier de Rueda, uno de sus propietarios, sobre las crisis recientes, me comentaba que una de las peores fue la del 93. Porque en la última (en la que España estuvo a pique del repique del rescate en 2011) llegaban turistas, que han salvado los muebles a la hostelería sevillana en tiempos difíciles. Pero la crisis del 93, después de la Expo, fue dura. Felipe González todavía estaba en el poder (le costó la salida de la Moncloa, con la llegada de Aznar en 1996). Entonces no había boom de turistas, por lo que las pasaron canutas. Así que cuidado: para mantener los negocios históricos hacen falta los sevillanos, por supuesto que sí, pero también turistas. Esos seres tan denostados.

¿El Rinconcillo qué es? Se puede afirmar que no es un bar al uso, sino una taberna, como Casa Morales y pocas más. La taberna tiene un estatus superior al bar, y entra dentro de los límites del monumento, eso que ahora se denomina bien de interés cultural. El secreto de su éxito es que mantiene los equilibrios, siempre con lo suyo, el bacalati con tomati, las espinacas con garbanzos (y no al revés), las pavías, los coroneles y todo lo demás, junto al buen producto del restaurante.

Pero eso es gastronomía; y El Rinconcillo es sobre todo un tiempo que sigue vivo.

José Joaquín León