VOLVEMOS al Martes Santo, que es como entrar en una zona pantanosa. El daño viene de antiguo y no se ha terminado de cicatrizar. La organización de la Semana Santa de Sevilla es muy compleja. Todo se mide y se ajusta al milímetro con los algoritmos y otras modernidades, que parecen inventos del Maligno. Sin embargo, también es verdad, según algunas crónicas, que a principios del siglo XX era peor: iban a ciriazos en las esquinas. En 1915 hubo una batalla campal, incluso a sillazos, entre nazarenos de la Hiniesta y la Estrella. En aquellos años , según las crónicas y anales, hubo peleas entre algunas cofradías del Domingo de Ramos, Miércoles Santo, Jueves Santo y Madrugada. Y una riña entre costaleros con navajas. La concordia de Gran Poder y Macarena no se firmó por casualidad.

Estamos en otros tiempos, se supone. El Martes Santo de 2019 fue alabado por haber recuperado la normalidad en la carrera oficial. Fue un Martes Santo al derecho, no al revés. Sin embargo, en los comentarios de los capillitas predominaba una idea básica: San Esteban era la gran perjudicada por el adelanto de su horario. Es el origen del conflicto que ahora se ha reavivado, con las declaraciones del hermano mayor, Jesús Bustamante, y las cartas (abiertas, pues se ha enterado todo el mundo), dirigidas al presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Francisco Vélez, y a las demás hermandades del día. Las acusa de insolidarias y al delegado de incapaz de resolver el conflicto.

En las formas no tienen razón. Sólo han contribuido a echar más leña al fuego de una polémica con varios años de crianza, que crea crispación en el Martes Santo. La supuesta unidad del día existe cuando no hay sacrificios. Les falta mano izquierda, mano derecha, talante, o lo que sea, para sentarse y cuadrar unos horarios.

Pero en el fondo sí tiene razón San Esteban. La primera del Martes Santo debe ser El Cerro del Águila. Esa fue la condición que les impusieron para integrarse en la nómina en 1989. Cuando entra una cofradía nueva acepta lo que haga falta, pero con el tiempo se relajan. Sin embargo, no se puede fastidiar a otros. Hay que asumir los derechos históricos, que tienen valor. El Cerro dispone de más de una hora como tiempo de paso por la carrera oficial. Una hora que repercutiría y beneficiaría a San Esteban si pasaran después.

El arzobispo, Juan José Asenjo, ya expresó su punto de vista y su contrariedad sobre este asunto. Es lamentable que las cofradías se menosprecien en público. Como si todavía siguiéramos en los viejos tiempos de los ciriazos en las esquinas.

José Joaquín León