CON los muertos pasa lo mismo que con los vivos: hay categorías mediáticas. Unos son magnificados y otros parecen invisibles. En estos días, se difunden las medidas de prevención que la Consejería de Salud y Familias ha enviado a los hospitales sevillanos para la prevención del coronavirus de Wuhan. El consejero, Jesús Aguirre, sigue los protocolos de la Organización Mundial de la Salud. Algunas personas pueden pensar que nuestros sanitarios están en riesgo de infectarse, pero de momento no es así. Hasta ahora el número de casos del coronavirus en Sevilla y la Península Ibérica es de cero patatero. Han aparecido dos o tres casos en Canarias y Baleares, ninguno de ellos con síntomas graves.

Fuera de China han fallecido dos personas por el coronavirus de Wuhan (una en Filipinas y otra en Japón) y procedían de esa zona, donde se concentra el 90% de los enfermos. Se ha dicho que el número de muertos en China pasa de 1.000, y es superior al que causó la epidemia del SARS en 2003. Pero olvidan que ahora informan con precisión, mientras que en 2003 el régimen chino ocultó miles de casos.

Es algo parecido a lo que sigue pasando con la gripe en España. Conozco a varios médicos que están sorprendidos por el alarmismo de estas semanas. En 2019, según algunas estadísticas, murieron en España unas 6.300 personas enfermas de gripe. El número exacto no se sabe. Tampoco se sabe con precisión cuántos han fallecido este invierno en Sevilla y en Andalucía a causa de la gripe. Nuestra comunidad se encuentra entre las menos afectadas (los mayores picos se han dado en Asturias, Navarra, La Rioja y el Norte, en general), pero estamos en los días de mayor incidencia. Gracias al coronavirus de Wuhan, la gripe de Sevilla pasa desapercibida.

Este año parece que han bajado los casos entre las personas mayores de 64 años, mientras han crecido en las edades más jóvenes. Eso se debe a que la vacunación contra la gripe ha sido efectiva. Aún así, está mal visto (hay personal sanitario que no se vacuna, a pesar de su mayor riesgo), y sometido a tópicos falsos, como que al principio causa una gripecilla leve, o que no sirve de nada porque hay varias cepas. Este año la vacuna es bastante efectiva.

Cualquier día vamos a salir a las calles con mascarillas para no contagiarnos el coronavirus de Wuhan, pero nos saludamos con las manos en las misas después de toser, o estornudamos en el tranvía de la Plaza Nueva, y propagamos la gripe con alegría. En este febrero loco, peligran los congresos y se arruina el comercio internacional por un miedo exagerado.

José Joaquín León