EL empleo industrial en Andalucía (sobre todo en Sevilla y en Cádiz) siempre ha estado bajo lupa. La apuesta por grandes industrias ha sido azarosa y ha pasado por momentos de expansión y de ruina. En Sevilla se cargaron los astilleros públicos en la reconversión naval. Nunca se ha sabido exactamente cuántos puestos de trabajo perdieron. En los tiempos de Felipe González empezaron las reconversiones a lo grande. Al declive del sector naval en Sevilla le siguió el auge del sector aeronáutico, que ha sido presentado por todos los presidentes de la Junta como la panacea universal del empleo industrial y la tecnología. Pero el sector aeronáutico ha pasado de ser una maravilla a estar a pique de un repique.

A principios del siglo XXI, se consideraba que estudiar ingeniero aeronáutico era la mejor salida para los jóvenes con aspiraciones. En Sevilla empezaron a proliferar los ingenieros aeronáuticos y los trabajadores aeronáuticos, en general, siguiendo una tradición que venía de los tiempos de Construcciones Aeronáuticas (CASA), por no hablar del vuelo transatlántico del avión Jesús del Gran Poder (que fue bautizado en Sevilla, en 1928, por la reina Victoria Eugenia), o de los vuelos de las golondrinas de Bécquer.

Así hemos llegado a los tiempos actuales, en los que hemos pasado de organizar un viaje a la Luna (con el ministro astronauta Pedro Duque, en aquella cumbre de Sevilla) al miedo a perder cientos de empleo por la crisis de Airbus y los problemas para vender el avión A-400 M a Arabia Saudí. Las cuentas de Airbus son como de la lechera, ya que en 2019 vendieron más aviones que en 2018, pero en 2018 tuvieron 3.054 millones de beneficios y en 2019 han perdido 1.362 millones. Parece de cachondeo, o de mangancia gorda, pero se debe a los multazos que pagan.

Al sector aeronáutico, como a todos, para no cargárselo, hay que tratarlo con cariño. Hay que promocionar la aviación. Greta Thunberg le está haciendo daño. Ha creado una mala fama contra el avión para fomentar el tren. Así es imposible que Airbus progrese y venda muchos aviones y no pague tantas multas. Y si eliminan cientos de empleo en la aviación, ¿qué dirán esos ecologistas que no vuelan?

Se lo van a cargar todo: el sector aeronáutico, el sector agrario, el sector servicios, los autónomos... A este paso el que no sea político, funcionario o pensionista lo lleva claro. Menos mal que entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias iban a arreglar el país. Dijeron que acabarían con los ricos, pero no explicaron que su receta consiste en hacer que todos sean pobres.

José Joaquín León