EN Sevilla hay un amplio catálogo de edificios abandonados, que de vez en cuando salen del armario del olvido. Ha sido el caso de la Hacienda del Rosario. Hasta fechas recientes sólo era mencionada porque da nombre a una de las zonas residenciales de expansión. A la presentación de la nueva urbanización asistió el alcalde, Juan Espadas. Se supone que contribuirá al crecimiento para superar el listón de los 700.000 habitantes, como Palmas Altas y otros proyectos. Sin embargo, la Hacienda del Rosario propiamente dicha es ese edificio abandonada en el que murió un joven de 16 años, en un accidente, al caer un muro. Es obvio que el abandono y el fácil acceso al lugar han tenido influencia en lo ocurrido, sin entrar en los detalles del siniestro, que están pendientes de la investigación.

En Sevilla hay otros edificios abandonados, a los que en un momento dado se podía acceder. Un ejemplo de los más clásicos es el antiguo mercado de la Puerta de la Carne, que se convirtió en un albergue de okupas que lo invadieron. El proyecto sigue paralizado. Los vecinos de La Florida han vuelto a colocar pancartas de protesta y anuncian nuevas concentraciones. Al menos se ha recuperado el tráfico en la calle Pedro Roldán, que ha estado varios meses cerrada por unas obras interruptas.

Otro edificio abandonado con solera es el de la antigua comisaría de la Gavia, incluso el de la antigua iglesia de San Hermenegildo. Aunque anuncien soluciones cercanas, por prometer no se arregla nada. A efectos prácticos, sigue siendo una inutilidad para la ciudad.

En los casos de menor vigilancia (o de ninguna) existe el riesgo de sucesos como el de la antigua Hacienda del Rosario. Todo lo antiguo tiene descubridores, que pasan por allí y a veces se quedan. En la hacienda, que se encuentra casi en ruinas, organizaban fiestas rave, y era un lugar requerido para sexo, drogas, rock&roll y lo que hiciera falta. Incluso figuraba en la Sevilla oculta de las apariciones, los fantasmas y las leyendas negras, con lo que tenía una mística tenebrosa que atraía a ciertos buscadores de esos fetichismos de magia negra. El Ayuntamiento no adoptó medidas suficientes para controlar el territorio.

Entre tantos horrores, puede quedar un aspecto positivo: deben acabar con los edificios abandonados. Y hay más responsabilidad en los de propiedad pública. El abandono siempre es perjudicial. No sólo por la incapacidad para poner en valor el patrimonio, que se va dañando, sino por las consecuencias añadidas. En la Hacienda del Rosario se ha llegado al extremo de un accidente evitable con un joven muerto.

José Joaquín León