EL día después de anunciar que no habrá procesiones de Semana Santa, el Ayuntamiento ha comunicado que se suspende el montaje de la Feria. Pero ofrece la alternativa esperada: propone que se celebre en la segunda quincena de septiembre. Todo el mundo en general estará de acuerdo con esta decisión, excepto los muy puristas que consideran que si no es en abril tampoco es Feria. En 2020 sería la Feria de San Miguel, que tiene sus corridas de toros en el calendario de la temporada. Así se brindaría una oportunidad a la Maestranza para aplazar también la Feria taurina. Las tardes de farolillos pasarían a septiembre.

Las temperaturas en la segunda quincena de septiembre suelen ser más calurosas que a finales de abril o a principios de mayo. Pero septiembre no es como julio o agosto. Espadas y Cabrera saben que es lo más aproximado que pueden encontrar en el calendario. En esos días empieza el otoño. Algunos años llueve a finales de septiembre, pero es raro, y además que así se asienta el albero. Es también el tiempo de las vendimias, que coincide con las ferias de otras ciudades y pueblos.

Hasta aquí todo parece muy bonito e idílico. Estupendo para comentar en estos días aburridos de confinamiento, en los que cada cual se hace prisionero de sí mismo. Con algunas excepciones, unas más justificadas que otras. Por ejemplo, algunos no entendían que cierren las iglesias en Sevilla los domingos y abran las peluquerías los lunes. Menos mal que han rectificado a última hora. Era tan fuerte como que el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, y el presidente, Pedro Sánchez, tienen a sus esposas enfermas con el coronavirus y ellos interrumpen la cuarentena mientras encierran a la gente sana. Y ningún policía les pone multas.

¿Es casualidad que Juan Espadas comunique el aplazamiento de la Feria un día después de suspender la Semana Santa? No lo sé, pero han dado una pista. La gente capillita menos propicia al sacrificio está tramando algo alternativo. En otras ciudades ya están pensando en organizar procesiones magnas en otoño con diversos motivos. ¿Y no podría organizar Paco Vélez una Procesión Magna, con 30 pasos, como acción de gracias tras la pandemia del coronavirus? Puede que después del verano exista hasta una vacuna. Y los abonados de las sillas y palcos podrían verlo con IVA. Pero aquí hay una espinita clavada tras aquel Vía Crucis Magno de 2013.

En otros siglos las procesiones de rogativas y acción de gracias eran frecuentes. A lo mejor también es bueno demostrar la fe y no hacer lo mismo que los ateos.

José Joaquín León