HOY es Viernes de Dolores y sentimos toda la crueldad de lo que se nos ha venido encima. Tenemos más de 10.000 muertos en España por el coronavirus, de los que 343 han fallecido en Andalucía y 57 en Sevilla. Aunque aquí la enfermedad está golpeando mucho menos que en Madrid y en Cataluña, los datos son igualmente tristes. A ello se añaden unas cifras tremendas en el paro, que se veían venir. El confinamiento es necesario, más aún tras los graves errores cometidos para prevenir la pandemia, pero eso tiene un alto coste social y económico. En la provincia hay 31.813 parados más desde final de marzo, de los que más de 10.000 corresponden a Sevilla capital. Estas son unas cifras ampliamente superables a finales de abril. Desde la segunda mitad del siglo pasado a nuestros días no habíamos vivido una catástrofe sanitaria y económica comparable a ésta.

En esas circunstancias, hoy es Viernes de Dolores. ¿Nos puede doler también lo sentimental? Pues sí. Hoy era un día muy significado en la espiritualidad de Sevilla, en el entusiasmo de barrios como Bellavista, Heliópolis, Pino Montano y otros. Pero hoy tampoco veremos escenas que nos abruman, si las relacionamos con lo que está pasando. El traslado del Cristo del Descendimiento de la Quinta Angustia, que recorrería la Magdalena, para ser depositado como un Lirio tronchado en su paso. O el traslado del Cristo Descendido de la Mortaja, en la penumbra y el silencio del antiguo convento de la Paz, dulcemente cobijado bajo la espadaña que se afila en el cielo de Sevilla. O la Soledad de San Lorenzo,en andas, a hombros de sus hermanas, después del besamanos, en el día que volvería a estar en la Capilla Sacramental.

El dolor de Cristo Muerto y bajado de la cruz, el dolor y la soledad de la Virgen… Es lo mismo que ocurre en tantos hospitales. El dolor de las personas que mueren y son enterradas con un protocolo estricto. La soledad de las familias que no se pueden despedir de sus padres y madres, de sus abuelos y abuelas. En este Viernes de Dolores, lo entendemos muy bien. Y sabemos que sólo la fe y la esperanza pueden salvarnos y pueden ayudar a soportarlo.

A esos dolores se añaden los de quienes han perdido su empleo, o de quienes se han arruinado, en estos días aciagos de la peor Cuaresma que recordamos. Esas son las cifras frías. Detrás de esos 31.813 sevillanos que se han quedado sin empleo hay miles de familias abrumadas y de ilusiones rotas. No sabemos si el tiempo sanará tantas heridas. Pero, en este día, el coronavirus es como los Siete Dolores, y se clava en el corazón de quienes más lo sufren.

José Joaquín León