EN estos días de Semana Santa, abundan los memes en los que se ve a nazarenos paseando el perro, o con el antifaz a modo de mascarilla, y otros así. Se entiende, teniendo en cuenta que la gente está aburrida, a pesar de los videos para el recuerdo. La gestión que se ha hecho del coronavirus en España sería para tomársela a broma, pero es triste. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, cuya gestión es memorable (ayer dijo que las medidas “están funcionando”, porque los muertos han bajado a 637, aunque vamos por 13.055), ha dejado caer el globo sonda de que habrá que utilizar mascarillas para salir a las calles. El coordinador de Emergencias, Fernando Simón, insistió en no recomendarlas, al principio de la pandemia, porque le parecían innecesarias.

Unos días después, se pusieron a buscar mascarillas como locos, porque no había ni para los médicos. Al principio del encierro, el pasado 14 de marzo, publiqué en este Diario un artículo titulado ¿Dónde están las mascarillas?, en el que alertaba de este asunto. En cualquier país, el coordinador de Emergencias, Fernando Simón, estaría destituido, por los errores que ha cometido. Y, en su caso, no se trata de un politiquillo de tercera fila, como algunos ministros, sino de un presunto especialista.

Eso es algo que no se está teniendo en cuenta: que el nivel no sólo ha caído por los suelos en los políticos, sino que en este país faltan personas más preparadas en puestos de responsabilidad, y no sólo en la Moncloa, que también. Pero sigamos con las mascarillas. En estos días, en Sevilla, nos hubiera gustado ver antifaces de nazarenos. A su manera, son como mascarillas, sobre todo los de penitentes, que se usan sin el cartón de los capirotes. Y digo yo: si en la Alcaicería, en la Casa del Nazareno, en Al Siglo Sevillano y otras tiendas se hacían antifaces a cientos, ¿tan difícil es tener una industria local de mascarillas?

Para conseguirlas en cantidades industriales hay que comprarlas en China. Lo malo es que esa idea se le ha ocurrido a todo el mundo. Algunas fábricas chinas producen cientos de miles de mascarillas al día. Para lo cual hay que tener la maquinaria necesaria, no son artesanas. Y lo hacen porque en China, como en Corea del Sur, desde el principio de la pandemia, no se salía de casa sin mascarilla. Fue determinante para evitar contagios. Aquí se lo tomaron a guasa.

En las próximas semanas, llegará el momento mascarillas. Para usarlas será imprescindible que cada cual tenga las suyas, ¿verdad? Es decir, que puedan comprarse en las farmacias e incluso en los supermercados. Y no las hay todavía.

José Joaquín León