EN esta crisis del coronavirus, se han visto, una vez más, las grandes diferencias que existen en Sevilla entre la ciudad y los pueblos. Para cientos (quizá miles) de sevillanos de la Sevilla-Sevilla todo lo que hay más allá de las antiguas puertas derribadas empieza a ser discutible. Incluso Triana es mucha Triana, pero no es lo mismo. Y no digamos si hay carreteras por medio. Por eso ahora, cuando se descubrió que 17 municipios de la provincia se han librado del coronavirus, empezaron las preguntas. En el informe que publicó Álvaro Ochoa en este Diario, se apuntó una característica: los 17 pueblos limpios del coronavirus están todos a más de 35 kilómetros de Sevilla y en ellos viven menos de 6.000 habitantes.

La mayoría de esos municipios se encuentra en la Sierra Norte o la Sierra Sur. Aunque hay algunos del Bajo Guadalquivir y la Vega. Incluso un pequeño municipio del Aljarafe: Castilleja del Campo. Por cierto, aparece El Palmar de Troya, lo que en tiempos de Clemente se hubiera considerado milagroso, no digo más. Otra característica: son pueblos rurales o muy rurales, con la agricultura como principal actividad. Y sin incidencia del turismo.

Es decir, son lo que en Sevilla se llama pueblos. En otras provincias andaluzas, como Málaga, tú llamas pueblo a Marbella, Torremolinos, Ronda o Antequera; o en Cádiz a Jerez, Algeciras, San Fernando o El Puerto, y puede haber hasta navajazos. Y no es por el número de habitantes. Porque en Sevilla, tú llamas pueblo a Dos Hermanas, que tiene más habitantes que alguna capital andaluza, y no pasa nada. Como se considera pueblos a Alcalá de Guadaíra, Mairena del Aljarafe, Utrera, etcétera. Yo dije una vez que en las Semanas Santas de Carmona y Écija hay algunas imágenes y pasos de gran valía (o sea, con nivel Sevilla), y me miraron como si fuera marciano. Aquí se considera que cualquier pro hermandad de la periferia pobrecita es una maravilla, comparada con una magnífica cofradía de pueblo del siglo XVII.

Uno de los grandes cantores de la sevillanía, Joaquín Romero Murube, nació en Los Palacios y Villafranca, aunque se mudó al barrio de San Lorenzo siendo un chavalito. Una de sus mejores obras (y menos citadas), en prosa poética, es Pueblo lejano, donde evoca los días que pasó en su tierra natal. De ahí viene lo de lejano, ya que Los Palacios no está en Finisterre. Pero es como si lo estuviera. A algunos les parece un pueblo lejano, pero de verdad.

De los pueblos sevillanos se preocupan Fernando Rodríguez Villalobos en la Diputación y pocos más. Aquí hay territorios libres del mal, ¿y a quién le importa?

José Joaquín León