PUES sí, yo era de los pocos que no había escrito un artículo titulado La Sevilla que viene. He esperado al día de San Fernando, santo patrono de la ciudad, que en otros tiempos tenía una fiesta local con todos sus avíos, e incluso lo sacaron en procesión, cuando esas actividades estaban bien vistas. En Sevilla se suponía que un santo sin procesión era como una mocita sin amor, algo que ya no dice nadie. Todo se está quedando incomprensible para las generaciones futuras. Es posible que a los niños nacidos en 2020 les digan la generación mascarilla, igual que les dicen los millennials a los del siglo XXI. También es posible que algunas personas con edades comprendidas entre los 20 y los 40 años no se pongan mascarillas, ni siendo obligatorias, por considerar que no va con ellos, pero sí va. En la Sevilla que va y viene puede pasar de todo.

Vamos a ponernos en los mejor. Supongamos que no hay otro brote de coronavirus porque estamos en la Tierra de María Santísima, como escribió Benito Mas y Prat. Tierra propicia a los milagros, como han podido ver, pues milagroso parece que Sevilla sea la primera gran ciudad española en salir del confinamiento, gracias a sus buenos datos, dentro de lo malos que son todos. El futuro se presenta sombrío.

Por eso, está muy bien que el alcalde, Juan Espadas, y el portavoz de la oposición del PP, Beltrán Pérez, se hayan puesto de acuerdo para el pacto de reactivación de Sevilla, en el que el Ayuntamiento invertirá 22 millones. También lo han apoyado Ciudadanos y Adelante. Todos menos Vox, que no se sumó. Es mejor que se pongan de acuerdo en ese catálogo de medidas que han planteado con buenas intenciones, en vez de montar una peleíta de corral de vecinos, como la que organizaron Pablo Iglesias y Cayetana Álvarez de Toledo, en la que se dijeron de todo, con insultos como “señora marquesa”, o “hijo de terrorista”. A eso hemos llegado.

Una vez que don Juan, don Beltrán, don Álvaro y doña Susana se han puesto de acuerdo, en lo básico, hay que tener sensibilidad con la Sevilla que viene. Estará de mírame y no me toques. En los últimos tiempos dependía del turismo. Pero chinos de China y japoneses de Japón no vendrán en mucho tiempo, puede que hasta 2021. ¿De dónde saldrá el empleo? Y tampoco hay que conformarse sólo con el ingreso mínimo vital para los pobres.

La Sevilla que viene en los próximos meses es impredecible. Para salvarse necesita que no haya otro brote de coronavirus ni otro encierro. Hay que colaborar para minimizar los impactos. Y ponerse las mascarillas, les guste o no, por si acaso.

José Joaquín León