EN Sevilla habrá pronto más verdes que rojos, aunque la clasificación de la Liga Santander diga lo contrario. Ya he comentado que las elecciones municipales francesas dejaron algunos detalles muy interesantes, como que el coronavirus le ha quitado a la gente las ganas de votar y sólo participó un 40% del censo; y que los más beneficiados han sido los ecologistas. De modo que en Francia todos los políticos ya son ecologistas. Supongo que no cambiarán la estatua ecuestre de Juana de Arco, que está en una de las entradas del Jardín de las Tullerías, por otra de Greta Thunberg en bicicleta. Las modas son así. Pero la vida verde ha llegado para quedarse. De momento, en Sevilla vienen malos días para el arboricidio. Ya hay una decena de asociaciones verdes alegando contra el tranvía de Santa Justa. Capitaneadas por Adelante, cuyo nuevo portavoz es rojo: González Rojas.

Al final, hasta el Ibex 35 se reconvertirá en la vía verde. Las mismas empresas que han cerrado las últimas fábricas del carbón van a apostar por las energías renovables. La gente piensa que el futuro consiste en tener un huerto solar en casa, pero no es tan sencillo. En Sevilla algunos cultivan plantaciones de marihuana, que no tienen nada que ver con esto, pero afecta a la energía cuando dejan al barrio sin luz.

En Sevilla existe una delegación municipal de Transición Ecológica y Deportes, cuyo responsable es David Guevara. En otros tiempos, menos esotéricos, a esas delegaciones las llamaban de Parques y Jardines, sencillamente. Sin embargo, la Transición Ecológica suena mucho mejor, aunque le reporta un difícil encaje a las molestias que causan las cotorras de Kramer, de las que ahora hablan menos. La atención se centra en los apeaderos de árboles, cuando se mueren de viejos, como los de la plaza de San Lorenzo, o los naranjos, las melias, y otros que miran al futuro con esperanza. Y en la calle Amor de Dios, que se convirtió en un bulevar, o algo así.

Entre los árboles que perdimos y los toldos que no vemos, la sombra de Sevilla se percibe como un bien escaso. Eso sí, hay más ecologistas de farol que nunca. Con el ecologismo pasa como con el andalucismo, que es de todos por igual, valientes. Y eso indigna a los ecologistas puros, que alertan de políticos milagrosamente convertidos, tras ofrendas de perejil a San Pancracio.

En el próximo confinamiento, sed consecuentes. No cerréis los parques. No tengáis miedo, como en los días de alerta amarilla por viento. La transición ecológica progresa. Sevilla siempre ha estado muy sensibilizada con el calentamiento. Sólo les falta enfriar el tranvía arboricida.

José Joaquín León