CON ese candor angelical de lo políticamente correcto, van poniendo señuelos a conveniencia y así despistan. Han reconocido que Sevilla depende del turismo. Y, de vez en cuando, también se asume la importancia del sector aeronáutico, como principal industria. Recuerden que en Sevilla organizaron un Aerospace, en el que participaron 450 empresas de 29 países (¡qué tiempos!), cuando podían acudir a Fibes sin mascarillas. ¿Recuerdan lo que dijo el ministro-astronauta Pedro Duque en cierta sesión? Mejor no repetirlo, por piedad. Se hablaba de que había 130 empresas aeronáuticas andaluzas. No se sabe cuántas sobrevivirán. Si bien es cierto que más del 80% de la facturación depende de Airbus. Por lo que si esta empresa se hundiera, sería para cantar el Réquiem de Mozart.

En Sevilla crearon Aerópolis, el parque tecnológico aeronáutico más importante de Andalucía. Entre la industria aeronáutica de Sevilla y Cádiz facturaban un 30% del sector en España. Sevilla fue presentada como el gran polo del sector en Europa, junto a Toulouse (Francia) y Hamburgo (Alemania). Todo lo cual está vinculado a Airbus, a esa gran empresa.

La crisis del Covid-19 ha sido mortal para la aeronáutica. Tanto o más que para el turismo. Además de las mutuas relaciones. Sin aviones no llegarán turistas de China, EEUU y Rusia. Y con aviones tampoco llegarán pronto, visto lo que se ve. Los pedidos civiles de Airbus, que competía con Boeing incluso en los tribunales, se han desplomado. Las compañías aéreas se han arruinado, tras parar el 97% de la flota. Angela Merkel, que conoce la importancia del asunto para Alemania, inyectó a Lufthansa para que sobreviva, pero otras no tendrán la misma suerte. En España, en Andalucía y en Sevilla siguen esperando que este problema se resuelva solo.

El presidente del clúster Andalucía Aeroespacial, Antonio Gómez-Guillamón, participó el pasado mes de mayo en un foro digital de la Cámara de Comercio, donde dijo que los aviones militares, como el A400M, o el C295, que se ensamblan en Sevilla, son ahora la esperanza del sector. Y es curioso, porque antes de la pandemia se decía lo contrario: que la aviación civil tenía un futuro maravilloso, que eran necesarios 22.000 aviones para 2030, y que Andalucía sería un paraíso aeronáutico.

El problema no es sólo económico (ruina) y laboral (paro), sino social. Muchos aviones militares tampoco van a encargar, excepto que hubiera otra guerra mundial (Dios no lo quiera), pero la gente corriente se está acostumbrando a no volar. Será muy difícil salir de ese círculo vicioso.

José Joaquín León