EL Ministerio de Sanidad, que con tanto esmero dirige Salvador Illa, está ultimando el llamado Plan de respuesta temprana en un escenario de control de la pandemia por Covid-19. Con esa denominación de origen, podemos esperar cualquier cosa. Me gusta lo de respuesta temprana, teniendo en cuenta que la respuesta anterior fue tardía. No había mascarillas, no había tests, no había respiradores, no había vergüenza. No había nada, ni habían preparado nada, ni tenían la más somera idea de que existía una pandemia circulando desde Wuhan a otros lugares del vasto mundo. Ahora quieren reaccionar temprano. No tan temprano. En estos días vemos que están proliferando los rebrotes verdes. Y, según expertos, faltan rastreadores y control; y en los aeropuertos entró, entró, y no se enteró. En Sevilla, desde hoy, es obligatoria la mascarilla.

Estamos en el momento que viene el lobo. Si hay una segunda oleada, Salvador Illa y el doctor Simón dirán que ya nos lo advirtieron y que la culpa es de ustedes por no guardar las medidas, y de las comunidades por no saber ejercer la cogobernanza. Mientras que si no hubiera una segunda oleada en otoño ni en invierno (por un milagro grandísimo, que ojalá Dios nos lo conceda, hay que rezar mucho), dirán que ha sido gracias a ellos, gracias a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Salvador Illa y Fernando Simón, los cuatro jinetes del coronavirus, que aprendieron de la tardanza, y por eso elaboraron ese plan de respuesta temprana, a pesar de que en las autonomías no saben cogobernar, y a pesar de que la gente trampeaba con las mascarillas.

Lo más llamativo es que la segunda ola se da por inevitable. Existe una resignación palpable. En Sevilla, los pesimistas están diciendo que el año 2021 tampoco habrá Semana Santa ni Feria. Los más cenizos todavía dicen que ni siquiera procesiones del Corpus y la Virgen de los Reyes. A Juan Carlos Cabrera le van a ahorrar varios planes de seguridad. ¿Os acordáis de la madrugada, con la polémica de la ley seca o mojada? ¿Y las fiestas mayores qué son? Ya ni siquiera permiten fiestas menores.

La gente impaciente pregunta: “¿En la segunda oleada del otoño vamos a tener confinamientos hasta Navidad inclusive?”. “¿Vamos a tocar las cacerolas por campanilleros en los balcones?”. La respuesta es temprana, pero no hay que madrugar tanto. No es la mañanita de la Virgen de los Reyes. Y se puede teletrabajar en las playas de Chipiona. “Ojalá se hubiera teletrabajado hace unos años”, dicen algunos prejubilados. En la playa hay olas, en el coronavirus también. Cuidado con las nuevas olas, están avisados. En otoño veremos qué pasa.

José Joaquín León