EN este arranque de la Cuaresma es una tentación montar una polémica populista con la Iglesia de por medio. Hoy el asunto irá al Pleno municipal de Sevilla. Se alegrarán los podemitas y adelantados si sirve para decir que la Iglesia es rica y está podrida de propiedades, que según la demogogia barata fueron inmatriculadas porque sí, cuando se levantó la prohibición de hacerlo. Ocurrió en 1998, cuando gobernaba el PP de José María Aznar, lo que igualmente les viene bien para el caso. El objetivo de algunos sería volver a la desamortización de Mendizábal, ya que el siglo XIX es el que más le gusta. Siguen diciendo lo mismo desde entonces. El propio Karl Marx es decimonónico. Sin embargo, esta polémica es artificial. Sólo sirve para despistar al rebaño en su busca de la inmunidad.

En el telediario oficial destacaron la noticia de los bienes inmatriculados por la Iglesia que podrán ser supuestamente reclamados, y citaron como ejemplo la Mezquita-Catedral de Córdoba (es una Catedral a día de hoy, allí no ha pasado como en la basílica de Santa Sofía de Estambul), y asimismo la Giralda de Sevilla. Este último caso es pintoresco. Todos los sevillanos saben que la Giralda forma parte del conjunto de la Catedral. No hay que dar más vueltas por las gradas que la rodean. Los dueños de la Giralda no son el arzobispo Asenjo y los canónigos del Cabildo, sino que pertenece a la Iglesia como institución, y así ha sido administrada.

Por otra parte, la vicepresidenta Carmen Calvo (que lleva este asunto y las relaciones con la Conferencia Episcopal), ha dejado claro que la Iglesia está colaborando con la mayor transparencia. No aspiran a quedarse con bienes públicos por la cara, sino a que no les arrebaten los suyos. El asunto ya se sabe que se presta a la demagogia de quienes piensan: Iglesia igual a ricos igual a fachas. No es un problema de origen legal, ni de procurar el bien común, sino de sectarismo ideológico.

El portavoz municipal del PP, Beltrán Pérez, ha anunciado una propuesta en el Pleno para que se respeten los bienes de la Iglesia inmatriculados en Sevilla. Y para que el PSOE y Ciudadanos den marcha atrás en el apoyo a la propuesta sobre los bienes que presentaron Participa e Izquierda Unida en 2018. En realidad, lo coherente sería no crear una polémica artificial, en un momento donde el populismo va buscando espacios de discordia sin pudor. No hace falta recordar la obra social de la Iglesia, ni su labor para conservar el patrimonio histórico artístico. No se trata de eso. Bastaría con aplicar el sentido común, sin buscar las cosquillas.

José Joaquín León