EN la polémica interna del PSOE por las consecuencias de una amnistía a Puigdemont, se ha demostrado la falta de liderazgo del socialismo andaluz. Del PSOE-A actual, quiero decir, pues parece que el PSOE de Andalucía aún es el de Felipe González, Alfonso Guerra, José Rodríguez de la Borbolla o Rafael Escuredo, los considerados como viejas glorias, que son quienes han expuesto sus opiniones. Sin entrar otra vez en los detalles de lo que están diciendo, es curioso que el PSOE-A del siglo XXI no tenga voz propia. Es curioso porque el partido llamado PSOE no se puede entender en España sin la aportación de Andalucía, y más concretamente de Sevilla, donde tuvo y aún mantiene uno de sus núcleos mayores de militancia y de poder.

Se puede suponer (y se supone) que permanecen callados porque están a favor de su líder, Pedro Sánchez. Pero incluso ese apoyo incondicional podrían testimoniarlo con más entusiasmo, no como si les diera vergüenza. El PSOE, desde la Transición, tuvo dos bastiones muy fuertes y claros. Uno es el PSC, el partido de los socialistas catalanes, que es un partido independiente, aunque libremente asociado. El PSC siempre ha contado con voz propia en el PSOE. Sin ellos, Pedro Sánchez no tendría ninguna posibilidad de seguir en la Moncloa. Le han salvado del naufragio. Su líder actual es Salvador Illa, ex ministro de Sanidad, que en la práctica sólo está al servicio de Sánchez. La lista por Barcelona la encabezó Meritxell Batet, cuya retirada de la política se ha atribuido a motivos personales. Aunque es raro.

Mientras el PSC mantiene una fuerza indiscutible dentro del PSOE (si bien asociada y plegada al sanchismo, como su tentáculo en Cataluña), el PSOE de Andalucía y el de Sevilla han caído en evidente decadencia, sin fuerza dentro del partido. No creo que la culpa sea sólo de sus actuales dirigentes. Después de Susana quedó una sensación extraña. Muchos de los que eran susanistas (o sea, herederos del felipismo) tragaron y tragan para no molestar. El heraldo sanchista pata negra es Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. Su representante orgánico, tras la gran conversión, es el ex alcalde Juan Espadas. Y su misionera top es María Jesús Montero, que en sus primeros años de política ni siquiera estuvo afiliada al PSOE (presumía de ser una consejera independiente), y ahora parece que lo ha fundado ella con Pedro Sánchez.

¿Por qué ese silencio de ruán del PSOE de Andalucía? Si conceden prebendas para Cataluña, deberán denunciarlo. O renunciar a la A y todo lo que defendieron el 28-F. Van a pisotear su historia.

José Joaquín León