SERÁ por la Ley de Bienestar Animal, que entra en vigor mañana y se sumará en las polémicas a la Ley del sólo sí es sí, hasta que la rectifiquen. Así que en la semana del no es no, ha vuelto a salir el dóberman. Estaba muy olvidado en la política. Las nuevas generaciones del milenio y la desmemoria histórica, que no vivieron la Transición, no saben lo que es esto del dóberman. En el Congreso de los Diputados, Pedro va como por su casa. Hace lo que le da la gana. Un día pide seis debates a Feijóo, pero otro no tiene ganas de hablar y saca de paseo al dóberman. Ahora el dóberman se llama Oscar Puente, según dice la gente. El dóberman político es como un fantasma que aparece y desaparece.

A Frankenstein, que es fantasmagórico, le sienta bien tener su dóberman y pasearlo. Se hablaba de amnistía y de economía, y aparecieron los ladridos de guau, guau. El rico refranero español, que incluso entienden Gabriel Rufián y Miriam Nogueras sin pinganillos, afirma que “perro ladrador es poco mordedor”. El dóberman asusta, distrae, pero no muerde. Al dóberman es mejor llevarlo con correas. Aunque es más peligroso el dueño.

La idea del dóberman se le atribuye a un sevillano: Alfonso Guerra. Precisamente a Alfonso, lo que son las cosas del puño y la rosa. En un vídeo que difundió el PSOE en 1996, todavía en el siglo pasado, aparecía el PP como si fuera un dóberman agresivo y ladrador. Antes decían en el PP que Alfonso Guerra era el dóberman de Felipe González. Aunque después los dos se enfadaron, y sólo se han puesto de acuerdo para decir que Pedro Sánchez se va a cargar todo. Pedro paseó por su casa y respondió con el dóberman. Por cierto, a uno del PP, Francisco Álvarez Cascos, le decían que era el dóberman de José María Aznar. Ahora el ladrador es un diputado socialista de Valladolid que salta a la fama.

Entre ladridos y gritos, lo mejor del debate es ver que Feijóo ha aprendido la lección. Tarde y para perder, pero ha aprendido. Pedro estaba de oyente. Y bastaba con ver las caras de Rufián y Nogueras para entender que Feijóo estaba buscando más votos en Cataluña para las siguientes elecciones, y les dio donde más les duele. Y habló bien de Andalucía, algo raro.

No tengáis miedo. Los ladridos durarán un año como máximo. En la primavera de 2024 hay elecciones europeas, vascas y gallegas. Y ahí puede ser el crujir de dientes. Si es que la dictadura, digo la dentadura del dóberman, llega hasta entonces. A Feijóo le queda el consuelo del Quijote: “ladran, luego cabalgamos”. Dicho de otro modo: “gobernar así es de cobardes”.

José Joaquín León