SER alcalde es más duro de lo que piensa la gente. Ahí tenemos a José Luis Sanz. Cuando llegó a la Alcaldía, la gente preguntaba: ¿es sevillista o es bético? Es sevillista. Sin embargo, en uno de los vídeos que publicó el Ayuntamiento, a finales de noviembre, el alcalde decía: “No cejaré en el empeño de que Sevilla sea más verde”. Esa defensa del “patrimonio verde” sevillano, según lo calificó, estaba justificada. Comenzaba la temporada de plantaciones de árboles. Van a plantar más de 1.600 árboles hasta febrero. Además en Palmas Altas (que está en la zona sur, como el estadio del Betis) plantarán 2.300 árboles, entre parque y calles de la nueva urbanización.

La Sevilla roja está de capa caída. En el fútbol, no vive sus mejores momentos, y hay un duelo paterno/filial digno de que lo hubiera estudiado Freud. Nuevas aportaciones, para matar al padre o al hijo, y que se vaya volando el espíritu santo de la Europa League. Y, en la otra Sevilla roja, desde que sucedió lo de Juan Espadas (al que han nombrado portavoz en el Senado, donde la mayoría absoluta es del PP), tampoco soplan los vientos a favor.

Los vientos, cada vez que soplan en esta ciudad, originan un estropicio. Cuando pasa la dana, o la borrasca, o como se llame, se lleva varias docenas de árboles de cuerpo presente. Y cierran los parques, por lo que pudiera pasar. A veces pasan dos semanas cerrados, como el Parque de María Luisa en la previa de los Grammy Latinos. Pero decimos que el ciprés de los pantanos de la glorieta de Bécquer es uno de los árboles más bonitos de España.

Cuando se caen los ficus (y los de otras especies) son repuestos de nuevo cuño. El alcalde, José Luis Sanz, apareció en unas fotos plantando un árbol, vestido con chaqueta y corbata. Nada de mono azul. Plantar árboles con la corbata puesta es digno de elogio, y de que la industria de la seda le conceda un premio. Plantar con elegancia no está reñido con esas campañas, para que la gente vea que el alcalde va a al tajo como un señor. No sólo a ver el cadáver del ficus de la Encarnación, sino que después planta ciento por cada uno que cae.

La campaña empezó en Los Pajaritos. Barrio pobre, pero sombreado. Hasta en los barrios rojos habrá más patrimonio verde. Hay que agradecer la nueva promoción de naranjos que están plantando. Antes sembraron dudas, y dijeron que se debían limitar, pues serían demasiados.

El naranjo y la jacaranda es lo que más gusta. Antes y ahora. En Sevilla se suele decir que faltan más zonas verdes. Por eso, es bueno que no paren de plantar árboles, y también que sean resistentes.

José Joaquín León