LA política ya no es lo que era. Antes se basaba en las ideologías y ahora sólo en el poder. De modo que avanza, y sigue avanzando, y continúa avanzando por el camino del espectáculo, más cómico que trágico, con personajes y situaciones de esperpento o vodevil. El teatro está vivo. Ahora los principales actores son llamados políticos. Todo es posible. Y, de vez en cuando, nos llegan noticias que evocan el realismo mágico. Va todo lo anterior por el supuesto pacto que se anunció entre el PP y Podemos en Sevilla para los presupuestos municipales de 2024. Parecía una inocentada. Aunque no se hizo público el 28 de diciembre.

De inmediato, se frustró por presiones de Izquierda Unida a Podemos. ¿Un pacto entre el PP y Podemos? ¿Justo cuando Podemos se cargaba el decreto de los mayores de 52 años, que defendía Sumar? ¿Podemos no estaba en Sumar, aunque ya no esté? ¿Cuáles son las diferencias ideológicas entre Irene Montero y Yolanda Díaz, más allá de su rivalidad personal, de mujer contra mujer, vestidas de rojo y morado? ¿No eran los podemitas de Pablo Iglesias los enemigos número uno del PP, que los acusaban de populistas y de antisistema, antes y después de que entraran en el Gobierno con el PSOE de Pedro Sánchez y los comunistas de IU?

Todas las preguntas anteriores parecen lógicas. Sin embargo, después de leer las 19 enmiendas que presentó Susana Hornillo, en el nombre de Podemos (aunque no en el de IU, fieles escuderos de Yolanda en Sumar), parecía posible que pudieran apoyar el presupuesto del alcalde José Luis Sanz. Las enmiendas planteadas por Podemos son de izquierda y beneficiaban a colectivos afines. Lo raro no es que Podemos negocie esas medidas, sino que el PP las acepte. Y conste que dialogar es bueno. En eso consiste pactar: alcanzar acuerdos de unos con otros. Pero no que uno imponga lo suyo y el otro se trague todo para salvar los muebles, como vemos entre el PSOE tragabolas de Sánchez y Bolaños frente al insaciable Puigdemont.

El utópico pacto entre el PP y Podemos puso el foco por un día en Susana Hornillo. Su currículum la avala. Es doctora ingeniera de Telecomunicación y profesora en la ETS de Ingeniería de la Universidad de Sevilla. No es lo que llaman una podemita niñata, sino al contrario. Pertenece al sector universitario de Podemos, que se ha ido a pique, poco a poco. Es como un resto del naufragio de los indignados. No entra dentro del mindundismo político al que nos hemos acostumbrado. Parece un verso suelto, entre las purgas de sumar y restar. Aunque le ha faltado valentía para cruzar la línea roja de los bloques, para contribuir a que la política local de Sevilla sea más útil y menos mediocre.

José Joaquín León