TODO el mundo en general tiene derecho a opinar sobre el cartel de la Semana Santa de Sevilla. Aunque no todas las opiniones son iguales. Eso de que “todas las opiniones no son iguales” lo explicó muy bien el filósofo Aurelio Arteta. Pero no se trata de criticar a nadie, al contrario. Incluso Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya en el Congreso de los Diputados, entre debate y debate de la ley de Amnistía, ha opinado sobre el cartel. En la red X (antes Twitter) escribió: “El cartel de la Semana Santa de Sevilla MAL, pero un señor vestido de torero y de betún hasta arriba para reyes (sic) BIEN”.

En realidad, Gabriel Rufián escribió lo contrario de lo que quería decir. Debe entenderse como una ironía. Se refería a que hay personas hipersensibles a las que molesta el hiperrealismo de Salustiano, a diferencia de lo que se dijo sobre el rey mago torero. Por lo visto, un bombero puede ser torero, pero un rey mago no.

Pero lo más admirable de Rufián, que debe estar abducido por las consecuencias de la ley de Amnistía, es que no cite lo suyo. Rufián, te podías haber referido al nacimiento, belén o pessebre (como allí se dice) que montaron en la plaza de Sant Jaume, de Barcelona, que fue polémico en la capital catalana. Si bien es cierto que no salió en los telediarios del Estado español. Ni ningún sevillano cabal se rasgó las vestiduras, ofendido por la indignación.

Para los que critican a los catalanes sin haber visitado Barcelona, digamos que la plaza de Sant Jaume es el lugar donde se encuentran la Generalitat, en la que gobierna Pere Aragonès, compadre de Rufián en ERC, y el Ayuntamiento de Barcelona, en el que ahora gobierna el socialista Jaume Collboni (gracias a los votos del PP, por cierto), y antes la comunera Ada Colau. Pues bien, el Ayuntamiento montó un belén que era un gran collage a base de fotografías de personas actuales, de las que te encuentras en la puerta de al lado. El padre, la madre y el niño eran como los de cualquier maternidad, laicos, sin ningún símbolo divino, aunque con una mula y un buey a la vera. Por cierto, a pesar de los republicanos, estaban los tres reyes magos caracterizados. Y Baltasar era de raza negra, al parecer de verdad.

A mí, que soy hermano de tres cofradías de silencio (dos de ellas de ruán negro), me pareció curioso ese nacimiento, cuando lo vi in situ. Lo podéis buscar en Google. Y no se me ocurrió pedir que quemaran el montaje, ni mucho menos a los fotógrafos.

Rufián, mira lo tuyo, que también tiene su tuiteo. Y recibe mi más sentido pésame por la ley de Amnistía.

José Joaquín León