EL Miércoles Santo tiene merecida fama de ser uno de los días más difíciles de organizar de la Semana Santa. Por su número de cofradías, por los lugares donde están ubicados sus templos, y por otras cuestiones costumbristas heredadas del pasado. Hoy sale una cofradía ejemplar, que aparece entre las que han crecido más en los últimos años. Según el conteo de nazarenos de 2023, el Baratillo es actualmente la sexta más numerosa de Sevilla. El ranking del G-7 (las que superaron los 2.000 el año pasado) es el siguiente: Macarena (3.355), Esperanza de Triana (2.485), Gran Poder (2.180), San Gonzalo (2.098), Estrella (2.089), Baratillo (2.013) y Los Gitanos (2.012). Como pueden ver, hay una sola cofradía de negro (la del Gran Poder), y hay cuatro de la Madrugada y tres de Triana entre las siete más numerosas. También se puede observar que entre la cuarta y la séptima hay menos de 100 nazarenos de diferencia.

Todo eso da para muchas interpretaciones de sociología cofradiera. ¿Está orientada la expansión hacia las cofradías con música y ciertas características? Se puede afirmar que sí, en general, aunque caben matices, porque no pasa igual con todas, ni con la misma progresión todos los días. Hay casos diferentes en circunstancias similares. Por lo que se llegaría a otra conclusión: las devociones sagradas y la gestión en las hermandades influyen.

El Baratillo es un ejemplo de cofradía en expansión. Es un milagro que de una capilla tan pequeña pueda salir una cofradía tan grande. Ya se sabe que sus nazarenos no salen de allí, pero la hermandad sí, es su sede canónica, el lugar donde venera a sus titulares durante el año. Cuando llega el Miércoles Santo, el Baratillo adopta sus formas más toreras, culmina una simbólica vuelta al ruedo de la Maestranza y ahí quedó. En el Arenal sale una cofradía de una capilla donde la cofradía no cabe.

Este crecimiento del Baratillo no hubiera sido posible sin los grandes cofrades que la han encumbrado en los últimos años. Ha tenido hermanos mayores de reconocido prestigio, como Joaquín Moeckel; uno que ha sido delegado en el Consejo, como José Luis Cantalapiedra; uno que fue pregonero, como Ignacio Pérez Franco, y otros que han dado todo por su hermandad. Y muchos hermanos del Baratillo de toda la vida, como Ricardo Ríos, por citar sólo a uno que es de carné y siempre lo confiesa en pública protestación de fe. Junto a la capilla, tiene un recuerdo Otto Moeckel. Su ejemplo fue una semilla de donde brotan los milagros. ¿Hasta dónde crecerá el Baratillo?

José Joaquín León