LA primavera sevillana no se entiende sin la información meteorológica. De todos y todas es conocida la importancia que alcanza en la Semana Santa. Ser meteorólogo en esos días se puede considerar como una profesión de alto riesgo. No sólo por el desprestigio de equivocarse, sino por las críticas posteriores. Pues cuando se acierta al salir una cofradía es gracias al hermano mayor, y cuando se equivocan y se mojan es por culpa del meteorólogo. En la Feria también se mira al cielo, pero menos. Y, cuando llueve, se dice que ha servido para asentar el albero, o para que caigan varias docenas de farolillos, todos los cuales serán repuestos, gracias a la eficiencia del Ayuntamiento, que debe disponer de farolillos para cuatro ferias. En Sevilla, meteorólogos habrá, pero como José Antonio Maldonado, ninguno.

Por eso, es de estricta justicia que se le conceda la Medalla de Sevilla. Volviendo a lo anterior, medallas de Sevilla se habrán otorgado muchas, pero con tantos méritos como la de Maldonado, no voy a afirmar que ninguna, pero sí muy pocas. Porque él es sevillano a la vez que meteorólogo. Un sevillano, de por sí, se cree hombre del tiempo desde su más tierna infancia, ya que aquí la gente mira al cielo desde pequeñitos. Sin embargo, lo difícil es acertar. Y ahí es donde José Antonio Maldonado ha demostrado ser un fenómeno; y ha estado siempre al servicio de Sevilla y sus cofradías, haciendo mucho más de lo que era su deber. Lo único que todavía no ha conseguido es disolver las nubes cuando viene una borrasca del tipo Nelson, pero lo ha intentado. La prueba es que se abrió un claro, a lo justo, el Sábado Santo para que pudiera salir su Soledad de San Lorenzo.

En justa correspondencia, la Hermandad de la Soledad ha pedido que le concedan la Medalla de Sevilla este año. Ya hay muchas adhesiones. Supongo que el alcalde, José Luis Sanz, lo incluirá entre los galardonados. Este es el año. Este, y no el siguiente, ni el otro. Este es el año, porque hasta en las tertulias de la Feria se habla de la lluvia en la Semana Santa, que ha dejado agua en los embalses para un año.

En Sevilla hay omisiones que parecen inexplicables. Por ejemplo, la lista de los no pregoneros, donde hay poetas y oradores estupendos ya fallecidos. Otro caso: no le concedieron la Medalla de Andalucía a Luis Álvarez Duarte, autor de imágenes de Semana Santa en las ocho capitales y las ocho provincias. Pues con José Antonio Maldonado pasa igual. Es una injusticia (a reparar) que Sevilla no le haya concedido aún su Medalla.

José Joaquín León