EL Cristo de la Expiración, conocido como El Cachorro, ya está en Roma. Ayer recibió culto en la basílica de San Pedro, del Vaticano. Es un acontecimiento de singular trascendencia para las devociones sevillanas. Hasta ahora se suponía que las imágenes titulares de hermandades no debían viajar fuera de Sevilla. No hace falta recordar las peripecias surgidas hasta que la Virgen de Regla salió en la procesión celebrada en Madrid en 2011, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud y la visita de Benedicto XVI. Participaban imágenes de otros lugares de España en aquel vía crucis con pasos, llevados al estilo de cada lugar. Pero aquí se consideraba que Sevilla era diferente para esos traslados.
Por ello que el Cachorro esté en Roma es una singularidad, que quizás cambie la mentalidad de los cofrades para el futuro. La Virgen de Montserrat sevillana también irá en diciembre a la basílica de la Moreneta en Cataluña. De momento, lo que se han visto son curiosas coincidencias. La procesión del Jubileo fue aprobada siendo Papa Francisco. Sin embargo, tras su fallecimiento, ha resultado que el sucesor, León XIV, ya había visto al Cachorro en procesión en Sevilla un Viernes Santo. Dos años después del anterior Jubileo, por cierto. Y que en el Seminario de Trujillo (Perú), donde era jefe de estudios el entonces padre Robert Prevost, había un crucificado de pared que representaba al Cachorro, y que había sido llevado allí por el rector, el padre Eduardo Martín Clemens. Casualidades que parecen cuasi proféticas.
Pero la relevancia de la presencia del Cachorro en el Vaticano no se limita a que haya viajado hasta allí esta imagen, una de las más devotas de Sevilla; ni siquiera a que salga en procesión por calles romanas. Lo más destacable es que esta gran devoción tendrá alcance universal en el Jubileo, y la relevancia artística que se merece. El Vaticano es el emporio del arte cristiano. Pensemos solamente en la Capilla Sixtina o en la Piedad de Miguel Ángel. Obras que superan su significado religioso para ser cimas de la cultura universal.
El Cachorro no es una imagen sagrada más. Ha sido considerado el mejor Crucificado del arte cristiano. Opinión discutible, por supuesto, mas defendible y no alejada de la realidad. Es un Crucificado de anatomía perfecta, que representa el momento de la agonía, en el que Cristo se debate entre la vida y la muerte, en un tránsito que es de ida y vuelta. Morirá, pero resucitará. Y es la culminación de la escultura del barroco sevillano. Trasladarlo a Roma es mostrar al mundo la mejor versión del sacrificio de Cristo en la cruz.
José Joaquín León