CON motivo de la Misión de la Esperanza de Triana en el Polígono Sur, se ha recordado a los vecinos que salieron de sus barrios hacia los polígonos construidos durante los años del franquismo. Concretamente, que llegaron muchos trianeros, entre ellos los gitanos de las cavas, al Polígono Sur, con las Tres Mil Viviendas, Las Letanías, La Oliva y todo ese entorno. Tampoco es que se trasladara toda Triana al Polígono Sur, de clavo a clavo. Ni allí se fueron a vivir solamente trianeros, ni sólo gitanos. El origen social de los polígonos debería ser estudiado con rigor y objetividad.
El traslado de los vecinos, en general, fue deseado. No los expulsaron de sus casas. No vivían en palacios. O sí, porque algunas casas palacios, con la decadencia, se reconvirtieron en corrales de vecinos. Y no sólo había corrales en Triana, o en los barrios próximos a la Macarena de la Sevilla la Roja, sino en zonas del casco antiguo que ahora se consideran céntricas, como Puerta Osario, Santiago, Puerta Carmona, etcétera.
Aquellos vecinos de los corrales y las cavas vivían hacinados, sin higiene y sin las más elementales comodidades de un hogar. Eso se sabe, y ha sido ampliamente difundido. Se trasladaron a los polígonos para mejorar sus condiciones de vida, con pisos nuevos que tenían servicios y más intimidad. Se perdió gran parte de la solidaridad vecinal y la vida en común, pero a cambio de progresar en lo personal y lo familiar.
Es una vergüenza política que en el franquismo construyeran más pisos sociales que en la democracia. No eran viviendas estupendas, no, pero suponían una mejoría, porque antes vivían peor. El Polígono Sur y Los Pajaritos arrastran la leyenda negra de ser algo así como guetos sevillanos. Sin embargo, están ubicados más cerca de la Campana y la Catedral que otros barrios considerados de clase media, como Sevilla Este. La lejanía del centro no ha impuesto la marginación, ni antes ni ahora. En Sevilla existen otros polígonos, como el de San Pablo, el del Aeropuerto, o incluso el del Norte, y barrios modestos más alejados del centro histórico, que no se consideran tan marginales como las Tres Mil o los Tres Barrios. Y ahora están construyendo urbanizaciones residenciales colindantes con Dos Hermanas, o cerca de Alcalá de Guadaíra.
Una vez más, frente a las leyendas urbanas, hay unas causas que se ocultan.
José Joaquín León