ALGUNOS miembros de la cultura progresista no lo han querido decir en público. Pero, en privado, están insinuando que el Premio Cervantes, máximo galardón de las Letras hispanas, considerado el Nobel literario español, se ha convertido en un premio patriarcal. No lo critican en público, porque el premio (aunque en el jurado estaban los dos anteriores ganadores y personas de prestigio) depende del Ministerio de Cultura, que apechuga con las consecuencias. Y el ministro es Ernest Urtasun, de la parte catalana de Sumar; o sea, de los comunes o comunistas de allí. A pesar de un ministro tan feminista, el galardón se ha otorgado en los últimos cuatro años a escritores del género masculino.

Y no es que sean malos literatos, qué va. Aunque el ganador de este año, el mexicano Gonzalo Celorio, no ha vendido en España tantos best sellers como María Dueñas, y sólo es conocido en ciertos ambientes académicos de la lengua y la literatura muy (pero que muy) culta. Y, además, este año los pronósticos auguraban que se lo otorgarían “a una mujer latinoamericana” (sic), por no decir hispanoamericana, ya que los dos últimos premiados habían nacido en la España del imperio. Al menos, Gonzalo Celorio es mexicano, y eso habrá alegrado a la indignada indigenista presidenta Sheinbaum, aunque sea el director de la Academia Mexicana de la Lengua. Es un mexicano orgulloso de sus orígenes. Por otra parte, evidentes: sus abuelos eran indianos, nacidos en Asturias y Aragón.

Gonzalo Celorio, a sus 77 años, puede ser considerado un chaval, comparado con los más recientes premiados. El de 2022, el poeta venezolano Rafael Cadenas, tenía entonces 92 años. El de 2023, el narrador leonés Luis Mateo Díez, tenía entonces 81 años. El de 2024, el narrador cántabro Álvaro Pombo, tenía entonces 85 años. Así, pues, patriarcal sí que está saliendo el premio: para escritores con alta esperanza de vida. Gustavo Adolfo Bécquer, que murió a los 34 años, no lo hubiera ganado.

En caso de distinguir a una mujer latinoamericana, se lo podrían haber concedido a la argentina Mariana Enriquez, un suponer, que es bastante más conocida que Celorio, aunque no es académica, y ella escribe novelas y cuentos góticos, fantasmagóricos, neuróticos, tétricos, esdrújulos, pero buenos, a pesar de todo. Mariana sólo tiene 51 años. Otras escritoras posibles tampoco son patriarcales.

Este premio es como una pensión de lujo para veteranos. Aunque lo hubieran disfrutado más unos años antes, cuando reunían los mismos méritos y no eran tan viejos.

José Joaquín León