DESDE que se perdieron los últimos barcos de la Carrera de Indias, el Puerto de Sevilla está a la busca de su identidad. Ayer recibieron una visita de tronío, de esas en la que los políticos se hacen fotos con cascos, en un plan de lo más institucional. Estaba la presidenta de la Junta, Susana Díaz; el delegado del Gobierno, Antonio Sanz; el alcalde Juan Espadas, y el presidente del Puerto, Manuel Gracia, acompañados de sus cuadrillas. Aparte de las fotos y los cascos de obreros por un día, fueron para darle cariño, que sólo es útil cuando se acompaña de algún regalito. Antonio Sanz dijo que el Gobierno reducirá la aportación de Sevilla a los fondos portuarios, lo que le supondrá un ahorro de 600.000 euros al año.

Los puertos de España siempre han estado a la busca y captura de monopolios o privilegios para superar a la competencia. En este caso, se ha valorado que Sevilla es el único puerto interior marítimo de España, por lo que se le concede el mismo trato que a los de Canarias, Ceuta y Melilla. A esos les otorgan ventajas porque no se ubican en la península.

El Puerto de Sevilla está falto de cariño desde el cerrojazo al dragado del Guadalquivir. Era un proyecto equivocado, al que se le dio una propaganda excesiva, a ver si colaba. Se sabía desde el principio que era misión imposible. En Bruselas se llevaban las manos a la cabeza, pensando en Doñana. Tampoco ayudaba que en Huelva y Cádiz, además de Algeciras y Málaga, no despertaba profundas simpatías, por aquello de que cada uno mira lo suyo.

La verdadera identidad del Puerto sevillano es la fluvialidad. En los primeros tiempos de la Carrera de Indias fue una ventaja, porque los barcos estaban más protegidos contra los asedios de las flotas enemigas. Con el tiempo, se convirtió en un inconveniente, porque surgieron problemas con los grandes barcos. El traslado de la Casa de la Contratación en 1717 sólo fue el certificado de defunción para un comercio que se perdía. Pero Sevilla mantiene actividad portuaria, que tendrá sentido y utilidad si se adapta a la realidad, con esa fluvialidad tan suya, que a lo largo de la historia le ha proporcionado una de cal y otra de arena.

Los puertos están de moda para el transporte y para el turismo. No sirven solamente para recolocar a los ex consejeros de la Junta, como si jugaran con barquitos de papel. Hay que consolidar la identidad propia para competir en los nuevos tiempos.

José Joaquín León