OCURRE con las violaciones casi lo mismo que con los suicidios: se intenta hablar y escribir lo menos posible. Muchas agresiones sexuales se quedan en un anonimato vergonzante (y en ocasiones vergonzoso), con o sin denuncias. Pero no se puede  ignorar el riesgo, después de casos como el de la deportista que fue violada en el parque del Tamarguillo. Una mujer, al parecer vecina de Alcosa, que fue abordada y agredida cuando corría por una zona solitaria. El individuo, que tenía antecedentes por delitos sexuales, fue detenido y enviado a prisión. Pero eso no ha disipado el miedo.

Se ha destacado la soledad y lo poco iluminado del paraje. Los vecinos han pedido más luz en el parque del Tamarguillo. Sin embargo, hay que valorar la realidad: en los últimos años, se han denunciado casos de agresiones sexuales a mujeres en otros parques, tanto aislados como céntricos. En febrero de 2016, en el parque de María Luisa, que es el más famoso y turístico, hubo un escalofriante caso de violación, en el que la víctima murió desangrada. En julio de este año, en Amate apareció el cadáver quemado de una mujer. Son casos aislados, sin relación, que no afectaron a practicantes de running, pero que sucedieron en parques sevillanos. 

Parece que en los últimos días ha disminuido el número de corredoras en los parques. Sería lamentable que algunas mujeres renuncien a practicar deporte al aire libre. Hace algunos años, más del 90% de los deportistas que corrían por las zonas verdes eran hombres. Me refiero a los tiempos de Martín Fiz y Abel Antón. No sé si por influencia de Marta Domínguez, o por el aumento de deportistas femeninas, lo cierto es que el porcentaje se ha equilibrado.

Los responsables de la seguridad pública deben garantizar mejor vigilancia. Siempre partiendo de una evidencia: la seguridad absoluta en un parque despoblado es casi imposible de cubrir. Pero la vigilancia actual resulta ridícula. En el Tamarguillo también se han denunciado incendios y frecuentes casos de vandalismo

Siempre se sugieren medidas preventivas básicas: correr en grupos, no frecuentar zonas solitarias, salir en horarios diurnos con luz solar… Cosas así. Sin embargo, los hombres van más confiados. Es una discriminación, que tiene que ver con una educación equívoca, con una seguridad insuficiente, y con el disimulo de que ese problema existe en los parques. Cada una debería correr por donde más le apetezca.

José Joaquín León