EL regionalismo arquitectónico ha estado mal visto por un cierto sector ideológico y profesional en Sevilla. Eso hay que tenerlo en cuenta para entender lo que ha pasado en Nervión. El Ayuntamiento ha corregido una omisión, y va a frenar la destrucción que han sufrido obras de Aníbal González, Juan Talavera y otros arquitectos de aquel periodo. A muchos ha sorprendido que edificios como el de la calle Cristo de la Sed, 35 no estuvieran protegidos, a pesar de que conformaban el estilo del viejo Nervión, un barrio en trance de perdición, pero que aún conserva interesantes casas en los alrededores de la avenida de la Cruz del Campo.

Se trata de salvar no sólo lo que queda de Nervión, sino también de reivindicar un periodo de la arquitectura en las primeras décadas del siglo XX. A ellos se debe, lo que también se llamó el estilo sevillano. Con el tiempo, Aníbal González, Juan Talavera, los Gómez Millán, José Espiau, y los regionalistas en general, cayeron en desgracia. En algunos círculos arquitectónicos se ha supuesto que sus obras podrían ser destruidas con todas las bendiciones de los planes vigentes.

En su libro Introducción a la arquitectura regionalista. El modelo sevillano, el profesor Alberto Villar Movellán explicó muy bien el proceso que lo encumbró y su decadencia. Pasó por la costumbre de las generaciones de arquitectos de matar al padre. Pero también porque el modernismo se había relacionado con la vanguardia política y cultural, mientras que el regionalismo (aún teniendo vínculos con el andalucismo histórico) se consideró como algo carca y desfasado, como una caricatura de pastiches. Para colmo, cuando se pusieron de moda el racionalismo y otros movimientos, le dieron la puntilla a niveles teóricos y prácticos.

En los años cincuenta y sesenta, el regionalismo se veía como un estilo encuadrado dentro de la ortodoxia tradicional sevillana. Las críticas de Santiago Montoto a la nueva plaza de la Magdalena, o las de Joaquín Romero Murube a la suplantación de la ciudad, tropezaron con un sector moderno contrario al regionalismo. En los setenta, hubo un arquitecto de izquierdas, Víctor Pérez Escolano, que difundió la obra de Aníbal González, pero eran excepciones.

Esa batalla histórica es la que explica que se haya derribado el 50% de los edificios regionalistas de Nervión. Y que no se haya derribado el otro 50% porque el Ayuntamiento se ha asustado.

José Joaquín León