EL problema no es sólo el Martes Santo o la Madrugada. El problema no es sólo que vayan a la Catedral al revés, o al derecho. El problema es la carrera oficial, que ya no será como era. Es lo que más preocupa a algunos cualificados miembros del Consejo de Hermandades y Cofradías, porque la decisión no depende de ellos. El Ayuntamiento puede obligar a la reducción de hasta 500 sillas, apelando a la seguridad. Ya se están viendo venir las reclamaciones de los abonados afectados. Algunos podrán ser reubicados. ¿Pero qué pasará si unas 300 criaturas se quedan sin las sillas? Probablemente, las reclamaciones se desviarán al señor Cabrera, don Juan Carlos, que además de ser el responsable de las Fiestas Mayores, lo es también de la Seguridad Ciudadana.

Otro problema de la carrera oficial es que antes se hablaba de reformarla, de poner un toque de distinción para que ese Consejo pasara a la posteridad. Yo he conocido presidentes desde José Sánchez Dubé a Joaquín Sainz de la Maza (ambos inclusive), a todos los cuales les plantearon el cambio y lo estudiaron. Pusieron más palcos, más sillas, más vallas, más pegas... Sin embargo, la carrera oficial, tal como es reconocible, se ha mantenido. Va a cumplir un siglo.

Parece que se la quieren cargar para festejar el centenario, por diversos motivos. La carrera oficial no tiene quien la defienda, es de usar y criticar, tan sólo gusta a la hora de cobrar. Y yo entiendo que a Manuel Casal y a los queridos hermanos de la Bofetá les resulte estupendo que la Virgen del Dulce Nombre esté de regreso en la Campana a las 0:45 (si no hay retrasos), según los horarios e itinerarios que publicó ayer Carlos Navarro Antolín; sin embargo, a los abonados de la Campana se les quedará una carita como de estar arrecíos en Matacanónigos.

Puede que eso sea un mal menor, y que lo aprueben ad experimentum. Un mal mayor será que las hermandades, probablemente, van a percibir menos ingresos en los próximos años.  No por culpa del Martes Santo, desde luego, sino por la reducción de sillas que van a imponer. El pasado mes de junio, fue muy alabado el tesorero, Francisco Vélez, por las hábiles cuentas que presentó. No será fácil conseguir el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Aquí sólo hay sillas y palcos para repartir.

La carrera oficial merecería un poco más de cariño. Antes de que sea demasiado tarde.

José Joaquín León