AYER no se hablaba de otra cosa, y hoy tampoco. En Sevilla, es normal que se viva con intensidad lo que ocurre en Cataluña, por diversos motivos, entre ellos que el ministro del Interior afectado por la polémica de la actuación policial, Juan Ignacio Zoido, fue el anterior alcalde. Y, además, ayer estuvo en Sevilla, presidiendo el Día de la Policía, en la festividad patronal de los Santos Ángeles Custodios. Frente a la campaña de críticas, elogió a los policías enviados a Cataluña, de los que Zoido destacó “su heroicidad”. Entre los presentes, además de Antonio Sanz, como es normal, estaba el alcalde, Juan Espadas, y la consejera de Justicia e Interior, Rosa Aguilar. El PSOE andaluz no se hizo el sueco.

El devenir de los acontecimientos también repercutirá en la política local. Las relaciones, a veces frágiles, entre PP, PSOE y Ciudadanos, se van a situar en otros niveles. Espadas llegó a la Alcaldía con el apoyo del bloque de izquierdas que formaron Participa Sevilla (franquicia peculiar de Podemos) e IU. Esta última mantenía su personalidad propia, sin diluir en el partido de Pablo Iglesias, y contaba con el antecedente aún reciente de haber gobernado con el PSOE en los tiempos de Monteseirín y Torrijos.

Es evidente que el alcalde Espadas no se siente cómodo con esos socios, sino con el apoyo de Ciudadanos, y hasta con la anuencia del PP en casos de necesidad. Por eso, las relaciones con Javier Millán y Beltrán Pérez, en los próximos meses, van a determinar la gobernabilidad, en unos tiempos que ya no son de crisis económica, sino de emergencia política.

Pueden llegar días difíciles para el PSOE y el PP. Según lo que pase entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, cuyas tesis sobre la nación plurinacional no coinciden. Y según lo que ocurra con Juan Ignacio Zoido, cuyo futuro político (para bien o para mal) se ha alejado de lo estrictamente sevillano.

El 1 de octubre fue un día negro. Costará tiempo y dinero cerrar esas heridas. Las consecuencias no se limitarán a Cataluña. En Sevilla se verá en los próximos días y en los próximos meses. Ha cambiado el decorado. Son malos tiempos para la lírica, entre el yihadismo de las Ramblas y las urnas sin censo de Puigdemont.

 En estas graves circunstancias, no quedan ganas de organizar una consulta legal para decidir las fiestas locales, ni debatir si la carrera oficial pasará por Sierpes o por Tetuán. Estamos recorriendo el futuro al revés.

José Joaquín León