LA Nueva Inquisición ha puesto en el punto de mira a Carmen, la de Merimée, que es también la de Bizet. De modo que la cigarrera sevillana, como no es una mujer de nuestro tiempo (ya ni siquiera queda la Fábrica de Tabacos en Sevilla), sino del suyo, no puede ser representada como sus autores la concibieron, sino como a unos adaptadores biempensantes se les ocurra. Vamos camino del fundamentalismo a pasos agigantados, y no por motivos religiosos, sino por ideología política.

En la Carmen de Merimée y de Bizet está todo lo que no les gusta: cigarreras, toreros, pasiones de mujeres y de hombres, el costumbrismo de otros tiempos, el folklore… Y Sevilla, que por lo visto tampoco les gusta. De modo que ahora se debe representar una Carmen irreconocible.

En el Teatro Real de Madrid hubo abucheos en el estreno de la ópera Carmen en la versión de Calixto Bieito, que altera los personajes de Merimée y se inventa legionarios, en un lugar que parece Ceuta. Las cigarreras son chonis poligoneras y los contrabandistas van en chándal. A eso se añade que derriban el toro de Osborne. También cometían ofensas a la bandera de España, aunque en el estreno de Madrid se suprimieron, porque se representaba en la víspera de la Fiesta Nacional, y hay mucha sensibilidad. “Debido a la situación actual”, según explicaron. Aún así, la bronca ha sido de considerables proporciones.

En ese mismo Teatro Real de Madrid estrenaron, el pasado mes de junio, el ballet de Carmen, en versión de Víctor Ullate. Situado en un espacio atemporal (nada de Sevilla) y “bien lejos de costumbrismos y aires folklóricos”. Carmen apareció con un vestuario “minimalista”, consistente en un body propio de stripper, con medias de rejilla. Si llega a ser para otra obra lo hubieran calificado de sexista. Aquí no; porque era para redimir a la cigarrera carca. En la revista Mujer de Hoy se escribió al respecto: “Carmen, la obra maestra de Bizet, es difícil de representar hoy en día. Los roles de género, la psicología femenina o los estereotipos sociales que refleja resultan difíciles de digerir”. En fin, que Teresa Berganza estuvo haciendo la tonta muchos años.

La Nueva Inquisición puede que revise las tragedias griegas, el teatro clásico, las óperas sevillanas  y tres cuartas partes de la literatura universal. Y puede que a la Hermandad de Las Cigarreras la denominen Los Remedios. Es urgente movilizarse contra la estupidez humana.

José Joaquín León