EL arquitecto Ramón Montserrat pasará a la historia de la arquitectura sevillana. No sólo por haber diseñado un edificio del movimiento moderno en una ciudad donde gusta más lo antiguo, sino porque ese edificio es el de la comisaría de la Gavidia que perdimos. Se perdió la comisaría, entiéndase, pero no el edificio, que allí sigue en manifiesto trance de perdición. Debemos reconocer que es una obra consistente e incombustible, pues se ha hecho todo lo posible (y más) para que desaparezca, pero todavía no lo han conseguido. Con  abandonos menores han caído altas torres, y varias manzanas del casco antiguo.

Pues bien a Montserrat le tributaron un homenaje en el Colegio de Arquitectos la semana pasada. Siempre que le han preguntado a este veterano arquitecto demostró que es un hombre sincero. En el homenaje dijo: “la sociedad sevillana no estaba preparada para recibir este edificio”. Ni para recibirlo, ni para conservarlo, a la vista está. El edificio provocó desapego, y no ya por los detalles arquitectónicos del movimiento moderno (en un entorno donde lo antiguo fue machacado), sino porque albergó la comisaría donde hubo interrogatorios durante el franquismo.

Afortunadamente para Ramón Montserrat (que, por supuesto, no tuvo culpa alguna de ese uso), los forofos de la Memoria Histórica no pidieron que lo derriben, sino que ha sido el Ayuntamiento, por su cuenta, el responsable de no darle uso. El Colegio de Arquitectos ha elaborado una lista negra de edificios maltratados. Se han quedado cortos y han incluido otros que presuntamente están en vías de solución. Pero es verdad que algunos, como el antiguo mercado de la Puerta de la Carne, los están solucionando desde el siglo pasado.

El edificio de la comisaría sobrevive a duras penas. Yo no lo he visitado recientemente, ni algunos arquitectos tampoco, pero le he dado un vistazo interior, como quien no quiere la cosa, y es pavoroso. Sólo faltan las psicofonías. ¿Estará desratizado? Dice mucho que todavía sobreviva el edificio diseñado por Montserrat, cuyas obras realizó el estudio de los arquitectos Ángel Díaz y Jaime López de Asiain.

El alcalde Espadas sugirió en 2015 que sería mejor derribarlo, y se filtró que estaba afectado por el amianto. Ya en 2017, el Ayuntamiento era partidario de construir un centro de salud y deportes. También han planteado otras opciones. Los usos van cambiando, con desparpajo nunca visto.

José Joaquín León