LA presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, asistió ayer a la inauguración del nuevo Centro de Atención Infantil Temprana del Buen Fin. Un CAIT que también tuvo su ceremonia religiosa, a finales de septiembre, con la bendición a cargo del arzobispo, Juan José Asenjo. Es el reconocimiento de un esfuerzo en la atención social que tuvo su origen hace 35 años. La hermandad que ahora preside José Luis Foronda como hermano mayor, fue pionera de un proyecto que pareció cosa de locos, cuando empezó, pero que hoy sirve de referencia y ejemplo para las hermandades.

Tal vez no se ha valorado en su justa importancia la Transición que también recorrieron las hermandades en tiempos difíciles. Los tiempos de José Sánchez Dubé y su sucesor, José Carlos Campos Camacho, en la presidencia del Consejo, que por cierto contó con Juan Foronda Blasco como vicepresidente. Años en los que se gestó la transformación de la carrera oficial, tras el acuerdo con el primer Ayuntamiento democrático, en el que fue alcalde Luis Uruñuela, gracias al pacto de la izquierda.

Las hermandades de entonces eran acusadas de reaccionarias y de estar dirigidas por hermanos mayores proclives al régimen anterior. Sin embargo, demostraron que en la democracia tenían su hábitat natural. Fueron años de apertura. El número de hermanos y nazarenos se multiplicó. Los jóvenes, como en la política, ocuparon cargos de responsabilidad en el Consejo y como hermanos mayores. Una transformación sin renunciar a nada de lo esencial.

Comenzó una nueva etapa en la acción social, en consonancia con lo que defendía la Iglesia renovada por el Concilio Vaticano II. En ese contexto histórico, surgió el Centro de Estimulación Precoz del Buen Fin. Tres décadas y media después, ha cuadruplicado sus instalaciones en el convento de San Antonio de Padua, que en otros tiempos acogió a los frailes franciscanos. La presidenta de la Junta y el alcalde de Sevilla, ambos del PSOE, elogiaron ayer esa gran obra del que ahora es el segundo mayor centro de Andalucía dedicado a la atención infantil temprana.

No lejos de allí, también en el barrio de San Lorenzo, está el testimonio de otro esfuerzo de los cofrades, como es el economato social del casco antiguo. Son dos ejemplos, pero hay muchos más. Ya nadie piensa que las cofradías sólo se dedican a rivalizar en flores y en cera. También pasaron por una Transición que ha dado frutos.

José Joaquín León