SI hay incidentes en la Madrugada de 2018, no será por falta de colaboración de las cofradías. Las seis que hacen estación a la Santa Iglesia Catedral han alcanzado un acuerdo, al que se llegó de madrugada precisamente, y con el respaldo del presidente del Consejo, Joaquín Sainz de la Maza. Este acuerdo parece bastante satisfactorio, a diferencia de otras propuestas duras. Sin retrasar los horarios, sin cambiar el orden, sin romper concordias, sin revolver derechos históricos. Pero sí con afán de colaboración, y con sacrificios, que otros años se han echado en falta.

No es cierto que el Calvario sea la única perjudicada, porque otras cofradías, como la Macarena y el Silencio, también cambian sus itinerarios para colaborar. Y El Gran Poder lo tiene cambiado y alargado, como si fuera lo normal. Y la Esperanza de Triana y Los Gitanos deberán aligerar para no perjudicar a terceros. Es decir, que todos ponen de su parte.

El sacrificio del Calvario es indiscutible. Saldrá antes. No llegará a la Catedral por el camino más corto. Pero esa alternativa dispersará el público de Reyes Católicos y San Pablo. Se evitará la ratonera de la calle Murillo. Una parte será derivada hacia la zona del Museo. Permite vías alternativas para evacuar. Era un cambio necesario, guste más o menos.

En cuanto a la Macarena, su hermano mayor, José Antonio Fernández Cabrero, ha cumplido su palabra. La opción de pasar por Puente y Pellón era un remiendo que solucionaba poco, al cortar una vía de salida desde Francos a la Encarnación. Seguir por Jesús de las Tres Caídas y Alfalfa, para llegar a San Pedro (y olvidarse de la Encarnación) es la mejor alternativa. También la más generosa y sacrificada.

El Silencio ya amplió el itinerario hasta San Andrés, y ahora pasará por la comisaría de la Gavidia, donde no se le ha perdido nada. Al Gran Poder no se le pueden exigir más sacrificios; siempre se dijo que era la gran perjudicada, y para colmo sufría largos parones. La Esperanza de Triana y Los Gitanos tienen el compromiso de no obstaculizar los cruces y cumplir los horarios.

Las seis hermandades han colaborado para facilitar los itinerarios. Sin embargo, es sólo una parte del problema, ni siquiera la principal. Además de más policías, hacen falta más educación y más respeto, más calma y menos miedo. Es tarea de todos recuperar esa Madrugada única que sólo se puede vivir en Sevilla.

José Joaquín León