HAY que entenderlo: él no quería fusilarlos, sino que lo dijo “con ironía”. Y no era la Guerra Civil, aunque hubo lucha entre civiles. Los incidentes de Pedrera (entre la comunidad más o menos local y los rumanos) han servido para poner de manifiesto que en una sociedad supuestamente democrática también hay odio y bajas pasiones. En situaciones difíciles, se puede prender la llama del extremismo. Se lo recuerdo a los de la Memoria Histórica, que tanto tergiversan la historia y se olvidan de las circunstancias. Es muy fuerte que te quemen un coche, pero todavía peor es que te fusilen a tu hermano. En la Guerra Civil hubo fusilamientos en ambos bandos. Y en la guerrita de Pedrera, el señor alcalde, Antonio Nogales, de Izquierda Unida, pronunció palabras intolerables.

En estos casos siempre se suele recordar lo mismo. Si un alcalde del PP o de Ciudadanos dice que “le gustaría ver a gente fusilada” se le echaría encima todo el lobby mediático e institucional de lo políticamente correcto. Aunque lo dijera con ironía. Sin embargo, como el alcalde es de Izquierda Unida, las críticas de Verónica Pérez, secretaria provincial del PSOE, han sido tachadas como un acto colateral más de las broncas políticas que tienen IU y el PSOE por el control de la Sierra Sur sevillana. El voto rural y cautivo, que dicen los otros.

Cautivos y desarmados se han quedado en Pedrera, aunque sin fusilados, por suerte. Este señor alcalde es del mismo partido que presiona para que retiren los restos de Queipo de Llano de la basílica de la Macarena. ¿Eso no es una ironía? En la verdadera memoria histórica se sabe que hubo fusilamientos en la Guerra Civil, crímenes y venganzas personales en ambos bandos. Y aunque sea por respeto a las víctimas (a todas), y en homenaje a la reconciliación consagrada en la Constitución de 1978, se deberían callar esas expresiones de los fusilamientos. Sobran semejantes ironías.

Pero es significativo de la realidad contemporánea. Ni siquiera los políticos con puestos de responsabilidad tienen las ideas claras. En situaciones extremas pueden perder los papeles. No hasta el límite de fusilar sin juicios, como en otros tiempos, faltaría más, pero sí diciendo burradas con ironía. Si el alcalde no perteneciera a IU, el escándalo sería insoportable. Pero Nogales se ha intentado escapar de la dimisión, apelando a lo irónico. Una vez más se ha visto la hipocresía vergonzante y patética de algunos políticos.

José Joaquín León