HOY, 30 de mayo, podría ser festivo en Sevilla, pero no lo es. Se celebra la fiesta patronal de San Fernando, con un nutrido programa de actos religiosos y civiles, agrandado por ser víspera del Corpus. Hoy se entregan los títulos de Hijo Predilecto a Julio Cuesta y Pilar Manchón; de Hijo Adoptivo al actor Juan Diego; y las medallas de la ciudad, que se ganan como en unas olimpiadas de la sevillanía. Pero también hay conciertos, exaltaciones, procesiones… Abre la Catedral para las visitas a los pasos del Corpus y se puede ver una de las varias exposiciones sobre Murillo. En días como hoy, esta ciudad se vuelve tal que la toman por loca. Es normal que vengan miles de turistas, porque esto sólo lo encuentran aquí.

Puede que Sevilla se convierta en una ciudad de vísperas, más que de fiestas. Las vísperas, como casi todo, fueron popularizadas por la Iglesia. Antes de las fiestas solemnes, para crear ambiente y resaltar su importancia, celebraban las vísperas. En la liturgia se rezan y cantan. En lo cívico dieron lugar a costumbres como los bandos, con bandas de música, o los heraldos. En todos esos casos, se trata de anunciar.

Porque lo más importante no es la víspera, sino la fiesta. En el caso que nos ocupa, las del Corpus son preciosas, nos sumergen en un pasado espléndido, subrayan el significado trascendente del Pan y el Vino eucarístico. Escaparates y balcones engalanados en la carrera del Corpus. Altares efímeros que se levantan con motivos eucarísticos y marianos. La Plaza de San Francisco, con sus arcos (esta vez dedicados al Cerro del Águila) y sus toldos, que también anuncian el estío inminente. La calle Francos, que nos transporta a varios siglos atrás: a los viejos gremios olvidados, a las tiendas artesanas, al tiempo ya no perdido, sino pulverizado…

Hoy es un día ideal para pasear y ver, para admirar y sentir. Sin embargo, no olvidemos lo esencial: la fiesta del Corpus. El jueves es el día en que Jesús Sacramentado se alojará con sencillez en una Custodia de filigranas de plata, donde cada detalle es una lección de teología. Es el día en que recorrerá las calles de la ciudad (esa carrera que, gracias a Dios, ya nadie quiere cambiar) para estar presente y vivo.

La Fiesta Grande de Sevilla es el Corpus, que no se debe eclipsar con las vísperas. Mañana nos podemos regocijar también con un espectáculo pletórico de finura y belleza, que es el envoltorio de su Verdad.

José Joaquín León