EN los partidos equilibrados, unas veces sale bien y otras mal. Lo mejor para el Cádiz fue el resultado. Tuvo que remontar y se encontró con un gol en propia puerta y otro tirando a churrete. Pero cuentan los tres puntos, que son como seis, por conseguirlos ante el Almería. un rival directo que se vuelve a alejar. Al Cádiz se le siguen viendo muchas carencias. No funcionó como se espera de un líder, ni en ataque, ni en defensa, ni en el centro del campo de emergencia. Pero ganó, que es lo que cuenta. Otras veces, haciendo lo mismo, no lo ha conseguido.

DOS partidos seguidos perdidos. Dos partidos sin conseguir un gol. Dos partidos en los que el rival, marcando una vez, consigue la victoria. En Gijón se volvió a ver un Cádiz sin suerte y sin acierto, que está en los caminitos del cajonazo. Puede ocurrir lo mismo que en las dos temporadas pasadas. Van a menos, conforme avanza la competición, y están desperdiciando la ventaja. Pudieron llegar al descanso ganando y terminaron perdiendo. Por medio una niñatería impropia de un jugador veterano como es José Mari, que fue expulsado justamente. Ahí se vinieron abajo, aunque faltaba poco menos de media hora.

POR si quedaban algunas dudas, el Cádiz volvió a demostrar que no sabe jugar en Carranza. Por ahí se le puede escapar el ascenso directo. En los últimos partidos, sólo ha sido capaz de ganar al Racing de Santander, que vino como colista, y con suerte al final. Es cierto que la derrota ante el Málaga llegó en una tarde en la que todo se puso en contra: el rival que estuvo por encima de lo esperado, los jugadores cadistas que no supieron disputar el partido, el entrenador que se precipitó con los dos primeros cambios y el árbitro que escamoteó un penalti clarísimo a Nano Mesa, después de pitar uno a favor del Málaga por mano de Espino en un balón rebotado.

VICTORIA muy importante para el Cádiz, con luces y sombras. El equipo vuelve a tomar impulso en la carrera por el ascenso. Sin embargo, en Las Palmas, dejó sensaciones contradictorias, por no apuntillar al rival cuando estaba vencido, y por cometer errores inquietantes. Los canarios llegaron con peligro a la portería de Alberto Cifuentes, se hartaron de lanzar córners, y con algo más de puntería hubieran evitado la victoria del Cádiz. Con el 0-2, el partido estaba para decidirlo sin pasar apuros, pero el gol de Rubén Castro sembró inquietudes hasta el final.

EL empate final no disgustó al Cádiz ni al Zaragoza. Ambos equipos salieron con la clara consigna de no perder. Sin embargo, el 0-1, en la primera llegada del Zaragoza en el partido, nada más empezar la segunda parte, rompió las previsiones. Al Cádiz se le vieron sus carencias, con la falta de remate. El penalti que evitó la derrota llegó en una genialidad de Perea. A Cervera le gustan los extremos que terminan tirados en la banda con calambres, como Salvi, pero en ocasiones te salva el único que juega a eso que llaman fútbol.