EL gran malabarista Pedro Sánchez sigue con sus juegos. Se ha buscado un ayudante llamado Oriol Junqueras, que da el tipo para las actuaciones circenses; y allá que se han lanzado los dos, a crear ilusionismo y magia. A mesa y mantel se podrán reunir en Cataluña, pero de ahí no va a salir nada interesante. El banquete de esa mesa es para montar un paripé y hacerse unas fotos. Cataluña no tiene arreglo, ni lo va a tener en los próximos años. Oriol Junqueras sabe que la vía unilateral para la independencia es absurda. Es surrealismo en el mundo de hoy. Ni la Unión Europea, ni EEUUU, ni siquiera Marruecos (bueno, ahí quedan dudas) lo iban a reconocer.

TODOS los años, en el mes de junio, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pronuncia varias frases lapidarias, de las cuales al menos una pasa a la historia. El año pasado dijo: “Hemos vencido al coronavirus”. Este año declaró: “Pronto vamos a abandonar las mascarillas”. Y ya le ha puesto fecha: el 26 de junio, un día ideal para tapar los indultos a Oriol Junqueras y compañía. Pero no es sólo para disimular. Las mascarillas se van a suprimir en las calles porque en otros países europeos ya no son obligatorias, y mantenerlas aquí resultaría negativo para la llegada de turistas en verano. En la Junta, se han sumado a la fiesta y el consejero Aguirre ha profetizado el regreso de las procesiones para otoño.

EN los últimos días ha aumentado el número de indignados por culpa de la selección antes llamada La Roja. Se considera un escándalo que hayan destinado unas 50 vacunas de Janssen y Pfizer para los futbolistas, técnicos y personal de la selección, a tres días de la Eurocopa. Algunos denuncian: ¿Y los pobres que se van a quedar sin dosis, por culpa de Luis Enrique y sus muchachos? Son ricos, famosos, van largando CO2 en cochazos, viven en chalés de verdad no de podemitas, ligan en el ocio nocturno, y no han cumplido los 40 años, ni son profesores de nada, por lo que no les tocaba su turno antes que a las cajeras y cajeros de supermercado. Y los ha vacunado el Ejército, como si viajaran a una misión de paz, en vez de jugar en el sevillano estadio de La Cartuja contra Suecia. En este país, donde todavía no han vacunado a Pedro Sánchez ni Juanma Moreno...

EN la historia del último medio siglo en España, la aportación del PSOE de Andalucía ha sido esencial. Esto conviene no olvidarlo, a pesar de las turbulencias de los últimos tiempos. Si tenemos democracia en España es gracias al PSOE. No sólo gracias a ellos, pero sí en amplia medida. La monarquía constitucional es ininteligible sin el PSOE. Lo mismo se puede decir de la España de las autonomías. Sin embargo, es lamentable y triste que un sector cada vez más amplio del PSOE pisotee su propia historia, con ese espíritu adanista irracional que se ha instalado en la política. Esa actitud ha tenido dos inspiradores: José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, dos presidentes que se dedicaron a destruir, sin ideas claras, dando palos de ciegos, y desleales con los fundamentos de un partido que se llama socialista, obrero y español.

EL Gobierno de Pedro Sánchez sigue haciendo griegos. Hemos recuperado a los oráculos de la Grecia clásica, ahora transformados en gurús. Y ellos son los que mandan, comandados por el gran Iván Redondo, que le cuadra las cuentas al sanchismo. Los indultos en Cataluña no se basan en el Derecho, ni en las ideas. Se trata de un asunto electoral. Y no ya porque el PSOE sanchista necesita el apoyo de los independentistas catalanes (y vascos), junto al de sus socios de Unidas Podemos, para mantenerse en la Moncloa. Hay más: Cataluña se ha convertido en el último salvavidas electoral de Pedro Sánchez. Las poquísimas posibilidades que tiene el PSOE de volver a gobernar en España tras unas elecciones pasan por Cataluña y, en menor medida, por el País Vasco.

Es lógico que un barón socialista y bonista como Emiliano García-Page esté indignado. En Castilla La Mancha los indultos tendrán un alto coste electoral. Lo mismo pasa en Extremadura. Más lamentable es que Juan Espadas y Susana Díaz miren a otro lado, por no incordiar al jefe, cuando es evidente que no comparten la liberación de los “presos políticos”, como se autoproclaman. Presos políticos no hay en España, sino delincuentes condenados. Y no se han arrepentido, al contrario.

Las cuentas electorales son obvias: en Madrid y en Galicia arrasará el PP, que crecerá después de los indultos. También crecerá en las Castillas, Extremadura, Aragón y otras comunidades pequeñas. Por el contrario, el PSOE estima que el PP pasará a la insignificancia en Cataluña y el País Vasco, mientras que seguirá renqueando en la Comunidad Valenciana y en Baleares, donde no han olvidado aún los casos de corrupción. Cataluña podría decidir: sería el trampolín para seguir en la Moncloa.

¿Y Andalucía? Es la comunidad con más electores. Aquí es donde más arriesga el PSOE, porque un descalabro sería funesto para ellos. Por eso, han buscado a un candidato moderado como Juan Espadas, para disfrazarlo de sanchista 0,0. Un intento burdo e injustificable. Al PSOE de antes (el renovado de Felipe y Alfonso, hoy histórico) eso le rechina, pero al de Zapatero y Sánchez le da igual, ya que sólo le interesa gobernar, y hay muchos cargos en juego. Las ideas importan menos, y los principios nada. En sus cuentas, complacer a la Cataluña independentista resulta imprescindible. Aunque sea un truco: Sánchez no les concederá la independencia. Si Cataluña y el País Vasco fueran independientes, el PP gobernaría en España hasta 2050, o más.

José Joaquín León