ES difícil derrotar al coronavirus con los políticos de la nueva política. En la desescalada se está viendo. El Gobierno del PSOE y Unidas Podemos mantiene una pésima gestión sanitaria y económica, con errores garrafales, asesorados por misteriosos científicos (o eso dicen) que los han equivocado. Pero en la oposición se han visto carencias graves. El PP ha cometido dos errores de bulto, con los que Pablo Casado (en el estado de alarma) e Isabel Díaz Ayuso (en la desescalada) le han dado balones de oxígeno a un Gobierno de chichinabo. Mientras que Inés Arrimadas en Ciudadanos, por jugar a las dos barajas, ha dejado a su partido más roto, al borde de UPyD (y con el patinazo de Aguado en Madrid). Por su parte, Vox sigue en una línea ultramontana, con propuestas como convocar manifestaciones en automóviles.

HACE dos domingos publiqué un artículo titulado España: más de 20.000 muertos. Hoy vamos por 25.100. Significa que en dos semanas han muerto 5.000 personas, según las cifras oficiales. Sin embargo, Fernando Simón dice que los últimos datos son “incluso mejores de lo esperado”. ¿Qué esperaba este sabio? A los muertos nos hemos acostumbrado, porque son menos y ya forman parte de lo cotidiano. Así que el Mando Único de la España Una, Grande y Encerrada vive en una contradicción permanente: por un lado, desconfinar a ratitos, sin causar un estropicio, pero sin garantías de control (no hay test suficientes, no se sabe quién está asintomático); y por otro intentan asustar para evitar una segunda oleada.

EN los últimos días se aprecia una creciente presión para llegar a pactos. Pedro Sánchez lo repite. Pablo Casado cree que es una trampa. Aunque ha entendido que, si se niega, el PP quedará como el partido insolidario que le dio prioridad a sus intereses sobre los de España. Al final, la culpa del coronavirus y su ruina sería de él, de Rajoy y de Aznar. Por eso, no deben utilizar la comisión parlamentaria para otros fines. Una comisión de investigación la debería pedir más adelante, con más perspectiva. Ahora le toca negociar, presentar y defender propuestas. Porque si se arruina aún más el país, será para todos. Y ayudaría que Sánchez ponga los pies en el suelo. Podrían pactar muchas pamplinas, aunque las apoyen todos. Es decir, no se equivoquen.

SEGÚN el balance presentado ayer, en España ya hay más de 20.000 muertos por el coronavirus. No sé si el impacto es más fuerte con números o con letras (más de veinte mil). En concreto, son 20.043. Algunos desalmados lo pueden considerar como un número para el sorteo de Navidad (ya lo dijo una presentadora de televisión: parece un número de la lotería), pero detrás hay personas, hay familias, hay ataúdes, hay muertos... ¿Cuánto espacio se necesitaría para desplegar 20.043 ataúdes? Y, además, que son muchos más, como se sabe. Hasta Fernando Simón, esa eminencia, ha reconocido que están ajustando el modo de contar los muertos. Por aquello de las diferencias entre los que se mueren en sus casas, residencias o los hospitales. Pero se mueren. RIP.

EN España tenemos un problema gravísimo para salir de la crisis del coronavirus. El Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es incapaz y la oposición sólo intenta aprovecharse. Pactar o no pactar es indiferente. No se trata de pactar, sino de acertar. Pueden pactar y equivocarse juntos. España es uno de los países donde peor se ha gestionado esta crisis. Y no porque sean socialistas y podemitas, sino porque no tienen nivel para gobernar, ni buenos asesores que los respalden. No es un problema de ideología, sino de capacidad. Los cinco líderes de la nueva política sólo piensan en los votos. Ahora, con la ayuda de sus gurús, Sánchez intenta construir un falso relato: el Gobierno lo está haciendo bien. Recuerdan que es una pandemia global y que afecta a todos.